Hace dos años las cinco excelentes canciones de su Ep “Crowded By Silence” despertaron la llama del interés que luego se vería avivada por un concierto de presentación en la pequeña sala Heliogábal de Barcelona. De ahí a entrevistarle para la revista hubo el pequeño paso de una llamada telefónica y, tras la charla, quedó la certeza de que estaba ante un joven talento que tendría mucho que decir en el futuro. No me equivocaba, y este primer largo, bajo la garantía del sello catalán de Joana Serrat, Great Canyon, lo confirma de forma rotunda.
Matthew McDaid es un cantautor de origen irlandés criado y forjado en las calles de una pequeña población catalana muy turística, en la que es habitual verlo tocar en la calle a cambio de unas monedas. Una experiencia vital que ha forjado su forma de interpretar, a la vez que analizaba las reacciones de un efímero respetable al que enganchaba con una voz prodigiosa que es una de sus mejores armas. Una voz adulta cargada de personalidad que no se corresponde con su vivaz rostro algo aniñado. Pero no se dejen engañar. Matthew es un portento y lo demuestra en un álbum en el que juega a tocar un montón de palos, todos con la música de raíz en su punto de mira.
En su primer trabajo empieza bebiendo de Dyjan –¿quién no lo hace?- en una “A Bottle Of Six” donde su voz suena gruesa y apuntalada por una armónica que curiosamente no vuelve a desempolvar en el resto del disco. Sin embargo, es en la segunda canción del álbum donde empezamos a ver el enorme potencial de este cantautor con un tema de aire trotón que va enganchando gracias a un dulzón estribillo ‘in crescendo’ que nos recuerda que una de las debilidades de Matthew atiende al nombre de Josh Ritter. En la tercera, que recibe el título de “Whispering Winds”, aparece otro de los puntales del disco. Por un lado la sonoridad compactada muy de banda que el productor Victor Valiente ha logrado sacando el máximo rendimiento a su grupo de acompañamiento y, por otro lado, lo bien que le ha sentado al disco contar con una joven veterana como la teclista de la banda de Glen Hansard. Otro artista muy admirado por nuestro autor con el que incluso ha llegado a compartir escenario. A partir de aquí Matthew ya nos tiene ganado el corazón y no hace más que adornarse con canciones que evocan al cancionero tradicional de su país de origen (“Darling I Know You Well”, “Hungry At Dawn”); a las tabernas marineras (“Sweet Tide”) o simplemente al folk desnudo de voz y guitarra (“Interlude For The Bride”). Sin embargo, es cuando se sale del corsé de la tradición y coge derroteros más folk-rock orquestados cuando la cosa se pone seria. Sucede con “Karma”, pero sobre todo con la mejor del lote: la esplendorosa “You The Jockey. I The Steed” en el que incluso se adornan con un pasaje de aires psicodélicos que hará las delicias de cualquier aficionado.
Hace poco Matthew me comentaba que en la actualidad está escuchando mucho country y que puede que eso quede reflejado en su siguiente paso discográfico. No seré yo quién le lleve la contraria, pero desde aquí le animo a continuar por el camino del folk-rock de autor respaldado por una banda solvente y trabajada, en la línea de artistas como el primer Jeff Tweedy o Damien Jurado.
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