Tears from the mountain

Matt Horan es un tipo de múltiples caras, musicales se entiende, que es capaz de saltar del tradicionalismo más apegado a las raíces a la propuesta sónica más transgresora sin despeinarse. Aquí ha decidido optar por su versión más enraizada sin tener que rodearse de una enésima versión de los Dead Broncos y optando por la cocción individual, quizás la apuesta para el futuro de este músico que sabe muy bien cuáles son las botas con las que hay que calzar cada nuevo set de canciones. Fue grabado rústicamente estos meses de confinamiento y zozobra en un estudio acondicionado en su furgoneta y editado posteriormente por Tom Laveuf en Encinitas, California. Dominado por los instrumentos acústicos, destacando el banjo y con el cante arrastrado característico del sonido hillbilly denominado “high lonesome“, típico de las montañas Apalaches norteamericanas. Desde la inaugural y a capela “Village Churchyard” que cimenta las bases de este recio trabajo desde su recitado monocorde, el banjo brilla en blues herederos del espíritu de Charley Patton en temas como “High on the Mountain”, hay sutiles añadidos de percusión con escobillas (“Sorry Pretty Shiori”) , guitarras acústicas ( la auto explicativa “My Epitaph”) , las canciones rezuman reflexiones sobre la muerte (“My Funeral” , “Dream About Mama” y sus dejes a Jimmie Rodgers incluidos unos cantos yodel que desaparecen en un fade out fantasmagórico) , hay guiños a Hank Williams “The First Fall of Snow” y el recitado con órgano eclesial de “My Funeral” o baladas más contemporáneas en su estructura (“ Tears from the Mountain”) . En general se trata de un trabajo rudo, crudo y de sonidos de la América real, esa que o se ha mamado o no se puede tratar de imitar. Y es que el propio Matt se define como “Folk Singer”. Y es ahí donde Matt Horan juega en otra liga diferente a los ejecutantes locales o nacionales de los géneros cercanos a la denominada “americana”. Un trabajo muy disfrutable si realmente te van los sonidos de raíces. Rechaza imitaciones.