Como Palace, Palace Brothers, Palace Songs, Will Oldham, o ahora –por cuatro discos- como Bonnie ´Prince´ Billy, el de Kentucky ha hilvanado un discurso aparentemente frágil, pero con unas raíces tan sorprendentemente profundas que dentro de cien años será difícil diferenciarle de la música surgida en los Apalaches un siglo atrás.
La sensación de que este enraizamiento es casi sobrenatural, como si Oldham estuviese conectado de alguna extraña forma con los fantasmas del pasado, pone la carne de gallina. Lejos de su más elaborado predecesor, “Ease Down The Road”, en “Master And Everyone” Oldham sólo se deja acompañar de su hermano Paul Oldham y, en algunas ocasiones, de la vocalista Marty Slayton o el violonchelista Gary Lee Tussing.
El disco, mucho más íntimo y minimal, mantiene un tono asombrosamente cercano durante sus treinta y cuatro minutos de duración. Los treinta y cuatro minutos más bellos y estremecedores que puedas imaginar si eres capaz de sentarte, relajarte y olvidarte del ritmo frenético al que consumimos discos en la actualidad.
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