Hace ya tres años que quien fuese guitarrista y compositor de The Boo Radleys debutase definitivamente en solitario, con un disco de pop tan atractivo y bien hecho como fue “The Breaks", demostrando que también podía manejar con buen gusto el papel de vocalista principal. Ahora Martin Carr firma una continuación lógica, en el que las líneas melódicas vuelven a resultar principales protagonistas después de lucir con vida propia. A lo largo de ocho cortes (el álbum es cortito y al pie), el británico bebe tanto de la década de los 80 como de la de los 90, y sus canciones pueden remitir con igual convencimiento a Aztec Camera o los propios The Boo Radleys. Son todas ellas composiciones de corte clásico, completadas con adornos que incluyen sintetizadores de aspecto vintage y conviven con el argumento claramente pop de la entrega. Se convierten así en piezas que suenan familiares al instante, dada su atemporalidad y el acierto de su construcción.
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