Comercio feroz, ciudades rotas, colapso en Mega Park. El pack familiar e indivisible del capitalismo desaforado. Tras su debut con el EP “Nuevo Sol” (2017), la banda bilbaína Marmol apuesta por el pop de riesgo y el punk absoluto con “Declaración total de guerra” -un título que ahora mismo nos remueve las tripas, quién nos lo iba a decir-. Pese a todo, el tema homónimo debería abrir fuego en las conciencias -y también el álbum, dicho sea de paso; y sin embargo, lo relegan casi al final-. Eso sí, el trío formado por Josu (guitarra, voz), Iñi (bajo, coros) y Kepa (batería, coros) deja las cosas claras desde el inicio: “Quieren tu sangre”. Podrían gritarlo más alto en el tema que abre el álbum, pero difícilmente podrían dejarlo más claro. Un apunte: su eslogan en la plataforma Bandcamp reza “Más de Sin Dios que de Joy Division” (por si los plumillas estábamos tentados de hacer la comparación manida y apresurada).
Muy comprometidos con la autogestión y el movimiento okupa, están vinculados a Izar Beltz Ateneo Libertarioa -hasta que el inmueble okupado de Irala, en Bilbao, fue desalojado en 2017-, y al gaztetxe La Kelo de Santurtzi, que hace las veces de local de ensayo en la actualidad. Forman parte asimismo de la mítica distribuidora independiente DDT Banaketak y de After Post Kolektiboa, dedicado entre otros menesteres a organizar conciertos (post-)punk en el Gran Bilbao.
En consonancia con su filosofía, sus primeros trabajos han sido editados en split, es decir, junto a otras bandas y sellos, desde sus primeras maquetas junto a los colegas de Crvel (2015) al último split con Nueva Generación (2019), además de la edición colectiva de sus EPs “Nuevo Sol” (2017) y “Sokatira” (2018).
“Declaración total de guerra” cuenta con el -muy sugerente- diseño que firma Aritz Aranburu. Grabado en agosto de 2020 y publicado en septiembre de 2021, el hilo conductor de su nuevo disco es el rechazo a las relaciones mercantiles y la exaltación de la amistad. “Son tiempos difíciles, es complicado dar presencia a la actividad contracultural fuera de las redes virtuales”, señalan.
Menos de dos minutos son suficientes para gritarle a la “lucha de clases al servicio del partido” (“Guerra de clases”); un poco más basta para denunciar la tirantez de muros y banderas -así como “las calumnias y el control total del ser”-, según claman en la existencialista “Rigidez”.El tema homónimo se aleja un poco del postpunk sombrío, en aras de un ramalazo de pop redondo y pegadizo (“Bilbo is burning!”). “Total, total, ¡to-tal! Na-na-na…”.
La galopante “Crespones” cierra un disco repleto de voces de manifa, cuerdas de post-punk afilado y percusión arrítmica; armonía convulsa en su conjunto. Poesía oscura -“Mis manos no terminan en mí”, cantan en “Muros”-; y proclamas aún más oscuras -“Dejad de mal querer, dejad de mal vivir…” (“El arte del nuevo existir”)-. Arde Bilbao. -
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