La Cataluña central se está convirtiendo cada vez más en un territorio mucho más que fértil para el nuevo pop catalán. Zonas como Osona, Segarra o el Vallès tanto Oriental como Occidental son ahora la cuna de muchos artistas emergentes de la escena más alternativa, dejando para Barcelona y otros lugares costaneros los ritmos más urbanos o comerciales. Además, las bandas nacidas en estas comarcas no solo se distinguen por el sonido sino también por los paisajes tanto literales como conceptuales que pintan en sus canciones. Es el caso de Marialluïsa, un grupo formado en Igualada, en la Anoia, que aterriza con su segundo disco, “La vida és curta però ampla”, para dar aire fresco al panorama con su “pop sensual”.
Pau Codina (voz y guitarra), Carles Guilera (guitarra eléctrica y teclados), Andreu Dalmau (bajo) y Pol Mitjans (batería) cumplen lo que prometen: hacer música que nos permita vivir con intensidad, pero sin sucumbir al ritmo frenético del mundo. Cada una a su manera, las ocho canciones que forman el álbum son pequeñas píldoras que nos permiten alcanzar ese equilibrio. La voz aguda de Codina, el sonido marcado de los teclados y sobre todo de las guitarras y las letras sin filtros hacen potentes y consistentes los temas, pero el tempo lento y, en general, la atmosfera sencilla con la que logran embadurnarlos todos, aunque se aprecia más trabajo en la producción y un sonido menos orgánico que en su anterior disco, “És per tu i és per mi” (Bankrobber, 2020), nos hacen mantener los pies en el suelo y relajarnos a la vez.
Es un disco, pues, muy homogéneo, aunque no por ello repetitivo. Es como si todo el rato Marialluïsa nos estuvieran llevando de un sitio a otro, como si se tratara de una transición constante, de un viaje sin inicio ni final evidentes. Como la miel, que cae de la cuchara al plato poco a poco sin querer terminar de caer nunca, dulce pero densa. Precisamente por esta capacidad de moverse sin hacerlo, de acercarse a varios estilos sin perder el propio, cuesta definir referentes claros. Marialluïsa bailan entre los aires beatlianos y los recuerdos de bandas catalanas como los vicenses La iaia en “Cauen flors”, por ejemplo, sin descuidar lo más mediterráneo de “Turmells al riu” o lo más desnudo de “Oh My Love (ho tens tot per fer)”.
Aunque no todo son el amor y las relaciones, como muestra “Què farem demà?”, lo cierto es que estos son los predominantes en “La vida és curta però ampla”. Aún así, se abordan de maneras muy distintas en cada canción. “Tot és dolç quan fem el que tu saps”, por ejemplo, se centra en la parte más carnal de los vínculos entre personas a la vez que apuesta por un sonido más sugerente que ya tengo ganas de escuchar en directo. No creo que sus actuaciones se distingan mucho de lo que venían haciendo hasta ahora tras este estreno, ya que el disco, pese a mostrar una evolución clara, tampoco contrasta en exceso con su música anterior, pero es imposible esconder el anhelo de concierto en un atardecer de otoño que despierta el último trabajo de Marialluïsa.
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