Maria Rodés ya dejó claro en su debut –como Oníric- que su propuesta no se ceñía a un género concreto y que lo de cantautora folk le quedaba corto. Con este segundo trabajo, no sólo se reafirma firmando con su propio nombre sino que mejora todo lo bueno que tenía “Sin técnica” (Cydonia, 2009).
En “Una forma de hablar”, Maria Rodés sigue con la fórmula de cambiar de vestido en cada corte, pero ahora es Ricky Falkner el modisto encargado de vestirla y lo cierto es que las prendas que el productor le ha confeccionado le sientan de maravilla. Sea folk, jazz o pop, lo que destaca por encima de todo en estos once cortes es la dulce y segura voz de Maria, que con los arreglos justos consigue crear canciones con un fuerte sabor añejo y una atmósfera que remite a bosques y parajes de cuento. “Mis canciones son fugaces” dice en “Escondite” y lo cierto es que sí, los temas de este disco se pasan en un suspiro (la mayoría duran menos de tres minutos) y te dejan con ganas de más, sobre todo ese hit que da nombre al disco (donde recuerda un poco a Christina Rosenvinge), la preciosa “Lo que hay que oír” o la más jazzística “Rima con canción”.
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