Un cante libre, pasional y trascendente, sin ataduras ni cuentas pendientes, pero comprometido socialmente con su ahora y con la tradición que sustenta cada uno de sus quejíos. Así nos llega la joven cantaora cordobesa (Pozoblanco, 1994) María José Llergo, como un rayo de luz auténtico que emana calor propio y escapa del frío de las modas, mutando en brisa fresca y juguetona, provocando quemaduras y sanando al mismo tiempo.
Aire nuevo y combativo a su manera, palpitante de honestidad, que esquiva el omnipresente eco rosaliano y toda etiqueta castradora de libertad creativa. Un dejar fluir por sus propias venas la sangre de los pueblos oprimidos, reavivando su memoria con el fuego de una poética curativa que mira al mundo a los ojos y da voz al dolor de los silenciados.
Tocados y hundidos quedamos rápidamente con la modernidad descarnada de ese canto clásico y profundamente cristalino de "Nana del Mediterráneo", single que meció entre lágrimas a la luna y que ahora abre la cara B de este flamante "Sanación", narrando e interpretando a corazón abierto las vidas que injustamente se traga y duerme el mar para siempre. La reivindicación continúa con fuerza genuina en "Me miras, pero no me ves", donde las raíces se empapan bajo una fina capa de electrónica, percusiones tribales y el soul de una garganta hipnótica, enfocando las heridas que suelen estar fuera de plano: De la desigualdad de género y raza, a la falta de expectativas de la juventud, lastrada por la desesperanza. En medio, "El péndulo", ese vaivén de cambios y sentimientos que marcan el rumbo del sin sentido de vivir. Quizás la pieza más ambiciosa, urbana y ecléctica del lote, que bambolea el aire con regusto lynchiano, a base de R&B, compás flamenco y una elegante y envolvente sesión de cuerdas. Con Lost Twin dejando, como en los cortes anteriores, su sello en la producción.
Pero es en el primer parpadeo, cuando la aguja se abre paso entre los surcos iniciales, donde encontramos el motor sentimental de María José Llergo: La voz de su abuelo Pepe, la persona que la enseñó a amar el cante sin imposturas, al son del escardillo, el olor a tierra mojada y "La niña de fuego" de Caracol. Memoria, recuerdos y cariño que nos hacen ser lo que somos. Una "¿De qué me sirve llorar?" en la que Llergo rezuma sensibilidad flamenca y arte. Pureza desencadenada que se extiende por esta cara A en la iniciática "Niña de las dunas", para volver a darle alas a la tradición y volar en otro de los temas más futuristas de "Sanación", los cantos de sirena de "Soy como el oro". Cierra cara con "El hombre de las mil lunas", en la que vuelve a abrir las aguas del pasado y del futuro, fundiéndolo en un presente magnético que la encumbra desde ya como una de las artistas más imprescindibles y singulares del momento. En tan solo veintisiete minutos, con mil lunas o sin ninguna, estamos perdíos en su noche hasta próximo aviso. Siete pistas que dejan pasar, como cristales de colores, una verdad propia, sincera y luminosa que será clave importante de la banda sonora de 2020.
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