Hay muchas maneras de gestionar "l'enyor", añoranza para los castellanoparlantes. Por ejemplo, puedes retorcerte en un pozo de melancolía y mirar estática por la ventana con posado solemne o puedes abrazar una brillante nostalgia propio del sad banger. Así que ante estos dos caminos nada mejor que coger el tercer disco de Maria Jaume y viajar con su particular “Nostàlgia Airlines” a una pista de baile liberadora.
Más divertida, ligera y traviesa que nunca, Maria Jaume nos regala once cortes del pop más bailable de su discografía. Y no solo eso, sino que mientras nos cuenta sus idas y venidas amorosas, nos plasma de una manera brillante, y con una ironía finísima, la realidad de su vida mallorquina. El auténtico Balearic 2024 de la plantilla catalanoparlante de esta generación. Desde los guiris que cruzan “Super Mala Pinta”, la historia de amor de nostalgia prestada de “Cala Rajada 1964”, al tema que ya no esconde el absurdo de vivir en un destino turístico, “Hotel, Sol y Playa”, con Pau Debon (Antònia Font). Sin olvidar todas las sublimes metáforas turísticas del disco. Un poco se siente nuestras islas se desmoronan y nosotros nos enamoramos.
El disco nunca le pierde el pulso a la pista de baile, desde ritmos más urbanos en "Ella Sempre Crema" o la ya citada “Super Mala Pinta” junto a Renaldo & Clara, quien ya hacía una aproximación a este universo en su último disco, a un pop electrónico absoluto junto a Julieta en “Trista a Miami”, o su evolución más disco en “Xin XIn i Bye Bye”. El lazo final se lo pone la esperanzadora “Balada de Tast” junto a Mar Grimalt.
Un disco brillante, ligero, perfecto para la llegada del buen tiempo, las noches de fiesta sin chaquetas y los romances bajo el sol o a la luz de la discoteca. Una anticipación nostálgica a todos los amores de verano que està por llegar.
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