Como cada nuevo disco de Stereolab desde “Emperor Tomato Ketchup” (Elektra, 1996), “Margerine Eclipse” será tildado de reiterativo e innecesario. Es un error común entre quienes se acercan a la orilla y asumen que el agua está más o menos igual que siempre sin siquiera probarla; están en su derecho, por supuesto, pero esa aproximación no casa en absoluto con la música de Stereolab.
En cada nuevo disco de los de Tim Gane hay composiciones y arreglos novedosos, hay pequeñas -y no tan pequeñas- revoluciones, enmascaradas por el habitual sustrato de voces y teclados. “Margerine Eclipse” se desprende de los vientos del sorprendente “Sound-Dust” (Elektra, 2001) para picotear en la electrónica, en el soft-disco y en las métricas extrañas, por poner sólo tres ejemplos, trabajando como de costumbre el ritmo, las estructuras y las texturas.
Los arreglos vocales (excepcionales de nuevo, a pesar de que ahora recaen por completo en Laetitia Sadier, tras la trágica muerte de Mary Hansen) son un mero hilo de continuidad narrativa y una forma muy práctica de asegurarse que las canciones sean incondicionalmente bellas. “Margerine Eclipse” suena a Stereolab, claro. Y eso significa que quien esté dispuesto a mojarse los pies tendrá su recompensa.
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