La música tiene futuro si se hace con sentido de presente histórico, cuando se tiene una visión y talento para llevarla a cabo. No hace falta acabar con las guitarras, desde luego, ni abandonarse a un sistema de modas y tendencias que nos empuje a la electrónica como hubo quienes abrazaron el trap hace un lustro. Ni siquiera el uso de los códigos correctos en el momento oportuno es garantía de éxito pero la buena utilización de los mismos, sea cuando sea, sí que es sinónimo de calidad. Descubro a Margarita Quebrada como se descubren las mejores cosas de la vida, de repente y sin querer. Si me pasara la vida diggeando en las catacumbas de Spotify hasta encontrar una chispa, una canción que me sacudiese, probablemente estaría demasiado cansado para darme cuenta. ‘Gas Lágrima’, que así se llama su álbum debut, es un ejemplo paradigmático de entendimiento, más de lo que debería pasar, que de lo que está pasando en la escena española.
Con este trabajo, Margarita Quebrada se suma al reducido grupo de artistas emergentes -o ya no tanto- que triunfan independientemente de la cantidad de público que reúnan en sus conciertos. el triunfo por la propuesta, por el talento y la visión, y no por el reconocimiento general, es el más difícil de lograr, y muchas veces el menos satisfactorio para quien lo obtiene, quizá el más difícil de apreciar. Sin embargo, creo que ‘Gas Lágrima’, como toda obra grande, puede ser el principio de algo tangible para la escena. Su capacidad de inspiración para otros proyectos es notable, pero tiene esa chispa que lo hace difícil de imitar, una actitud que sacude como un calambre. Hay mucha electricidad en este trabajo, bien entendida, contemporánea, aunque beba de los proyectos más vanguardistas de las últimas décadas; más de Tesla que de Gibson, electricidad azul celeste y no dorada.
Canciones como ‘Otro Lado’, ‘Odio Que Me Mires’, ‘Descongelada’ o ‘Tu Mitad’, por decir cuatro de las mejores, poseen el don de la honestidad y la virtud del estilo. Es complicado ser sofisticado sin ser terriblemente pedante; también lo es innovar sin resultar ininteligible. Podría seguir adjetivando y rompiéndome la cabeza para transmitirle al lector lo bacanisimo que es ’Gas Lágrima’, pero voy a gastar estas últimas líneas en insistir que el lector lo escuche. Si, tío, de verdad, escucha ‘Gas Lágrima’, de Margarita Quebrada, es una puta pasada, te lo juro, vas a alucinar, no me digas que estás escuchando un podcast, póntelo ya, vamos al próximo concierto que hagan, tía, venga, no te hagas la remolona, merece la pena que flipas, yo invito.
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