El trabajo compositivo de Marcelo García irrumpió entre el público masivo, de manera indirecta, con el éxito de la versión que hicieron Carolina Durante y Amaia de su “Perdona (Ahora sí que sí)”. Hasta entonces, Marcelo Criminal (su alias) había cautivado a no pocos oyentes atentos en esta era en que Internet es un escaparate gigante, pero en el que demasiadas propuestas se diluyen inevitablemente en el océano digital. Había irrumpido de la nada una especie de Daniel Johnston local que se miraba en el espejo de artistas de culto como Primogénito López, Los lagos de Hinault o Beat Happening.
Como en una fábula de final feliz, el murciano regresa con su segundo LP, primero para el sello madrileño, de una luminosidad matizada, y mayor madurez, siempre dentro de los confines del pop minimalista de baja fidelidad. Y es que puede que el ordenador haya sustituido al cuatro pistas de cinta, pero las canciones de Marcelo entroncan con una tradición que se inicia hace décadas y que no ha dejado de ser revitalizada por aquellos que buscan hacer canciones a corazón abierto, sin el filtro de la producción, y que siguen encontrando un público necesitado de pequeñas gemas intimistas que reconforten. Joyitas como “Quemando contenedores por dentro”, “Brain Training” o el corte que da título al disco, tienen encanto, gracia y lucidez en frases con carga de profundidad como “te prometo que tu barrio será como Roma en el futuro”.
Costumbrismo agridulce, guiños a la cultura popular (videojuegos y cine), introspección de alcance universal, filosofía de andar por casa (referencia incluida a Spinoza), romanticismo del eterno tímido…la humildad de Marcelo brilla en composiciones tan breves como certeras, bastantes de apenas un minuto y medio, que juegan con la complicidad del oyente, y le dejan con la agradable sensación de querer más.
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