Entrar en la cabeza de Marcelo Criminal no es fácil. Sus letras, encriptadas y cargadas de misterios que solo él comprende, tampoco juegan a favor. Pero es precisamente esa suerte de realismo mágico, exento de literalidad y con un pie en los encantos del costumbrismo más mundano, lo que hace de la discografía de este ilustre murciano un deleite como pocos en su generación. Tras haber desengranado el pasado año y bajo su óptica más personal la parrilla televisiva con “Medio Mensaje” (22) –un EP en el que rendía tributo a algunos de sus programas favoritos, como “Saber y Ganar” o “First Dates”-, Marcelo está de vuelta con el que es sin duda su trabajo más extenso hasta la fecha: “La Última Casa de Apuestas” (Sonido Muchacho, 23), un disco de 22 canciones donde tiene a bien explorar como nunca antes el poder de la ficción y, de paso, presentarnos una proyección conceptual y muy personal de un futuro post-apocalíptico más próximo a la precariedad y la miseria medieval que a la utopía idílica.
Podemos tener la sensación de que un disco con un título como éste y que además arranca con esa singular “Cómo Negociar en Qatar” puede estar impregnado de barnices políticos e ideológicos determinados, pero lo cierto es que el verbo de este cantautor murciano está más próximo a la ironía y la acidez que a la reivindicación o la lucha. Sin el más mínimo interés por posicionar su prosa al servicio de ningún ministerio, Marcelo emplea la agenda socio-política de nuestros días (esa que, al igual que una prenda de vestir determinada, siempre termina volviendo) para dar rienda suelta a sus cavilaciones y terminar convirtiendo éstas en pequeña píldoras de minuto y medio donde caben las conjeturas de una mente tan particular y reflexiva como la suya (“Me parece que soy la pesadilla de Karl Marx porque necesito mucho y casi no puedo aportar”, canta en una emotiva y personal “Miedo a Salir de Noche”).
Irónicamente, “Renovarse o Morir” nos muestra con precisión y a partir de una caja de ritmos muy sutil sus anhelos por romper con la paleta más sobria de su sonido e introducir en ésta tonos nuevos que aportan una mayor ligereza y dinamismo a la fluidez del disco (pertinentemente explorados más a fondo en temas retro-futuristas como “Fran Fernández Fan de Flash”). Pero sin lugar a dudas, el disco gana puntos tan pronto como la voz de Juana García de Enana Roja comienza a pronunciar su presencia, acompañando la despreocupación monótona y contemplativa de Marcelo de una forma inéditamente notoria (algo que ya venía haciendo históricamente en la trayectoria del susodicho, pero que ahora detectamos con mayor evidencia en temas como “Música Relajante Para Estudiar” o “Canción para Llorar”, donde definitivamente encontramos matices nuevos que esperemos que hayan venido para quedarse).
El oyente puede realizar múltiples lecturas de un disco de este calado, pues es la libre interpretación lo que logra que la narrativa de Marcelo Criminal juegue con brillante resultado en tantas y tan diversas direcciones: podemos quedarnos con la literalidad del relato angosto y frío de “Examen de Conciencia”, descubrir con gusto la cara más rítmica de su trabajo con “Qué Hacemos Luego”, “Otra Noche Más” y la voz tratada de “Labiodental”, o disfrutar de la ficción más mórbida con “El día que murió Pedro Sánchez”. Fuere como fuere, la voz de Marcelo es tan personal como colectiva, y gozar de la definición de la realidad a través de sus versos, todo un lujo.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.