Patience

En tiempos en los que lo virtual prevalece, los de Philadelphia despliegan su fascinación por todo lo que tiene que ver con el cuerpo y lo físico en su tercer trabajo. Un globo terráqueo ardiendo ilustra la portada, en contraste con el apacible título: la “paciencia” del título alude al sonido que han encontrado en este lustro de actividad en el que se han consagrado como banda versátil, que podemos emparentar con unos Wolf Alice americanos, que no hacen asco a conciliar energía y gancho melódico, con referencias de los noventa.

Si hasta la fecha grabar había sido para el cuarteto un “proceso caótico” que se traducía a las canciones, esta vez ha puesto orden y canalizado la energía el productor e ingeniero Will Yip (Quicksand, The Menzingers). Eso no quiere decir que hayan desaparecido los contrastes de un estilo en el que confluyen géneros que ellos hacen compatibles: punk, shoegaze, indie guitarrero, pop… la urgencia de “Patience” sienta las bases de un disco de duración exigua (¡veinticinco minutos!) que se pasa como un suspiro.

Las estupendas guitarras de “Drunk II” nos devuelven a los noventa (la influencia de Pixies y otras luminarias de la época se me hace palmaria) sin que se note el truco, pasando sin traumas de la tormenta eléctrica a la calma. Y eso que el solo de guitarra se hace excesivo. En “Cream” apuestan por la intensidad grunge, y la voz de Marisa Dabice se rompe hasta evocar a una Courtney Love rejuvenecida. En “Drunk I” y “Clams” concentran su energía visceral en menos de un minuto. Pero nunca pierden la brújula melódica, como en las guitarras acústicas de “Fear/+/Desire”, los estribillos con arpegios de “Who You Are” o la sutileza ambiental de “High Horse”, de lo mejor del conjunto. Aunque en “F.U.K.A.W.” se pasan de intensos, “In Love Again” y sus guitarras casi emo les redimen.