Nueva vuelta de tuerca evolutiva en el devenir misteriosamente desatendido del quinteto catalán más melódico de los últimos años. Después del renombrado “Ungravity”, prometedor hasta la médula, tocaba repartir hostias a mansalva. Los chicos se encierran, componen, cambian al castellano y nos regalan estas sabias maniobras pentatónicas para ahuyentar fantasmas de todo tipo y condición. “Mi personulidad “, “Houston, tenemos un poema” (Balmes-Bowie de nuevo) o “Me llaman Octubre” (toda una oda afrancesada al malrollismo imperante) son buena muestra de ello. A grandes rasgos, se mantiene el espíritu primaveral de su anterior trabajo, pero un hálito agresivo exuda por ciertos surcos, algo molesto y a su vez agradecido que provoca ciertos mínimos cambios; un destello irracional por aquí, un chispazo disparatado por allá y dos himnos radiofónicos de efecto inmediato. Sí, otra vez Echo And The Bunnymen y R.E.M, pero en el abanico de referencias lesbiano aparecen de forma definitiva Roger Waters, el Lennon de “I Am The Walrus” y los Flaming Lips etapa Ryko. En ocasiones, uno preferiría no captar tan bien el pulcro castellano de Balmes por lo hiriente que resulta (escuchen y entenderán que aquí tenemos a uno de los letristas más irónicos y sagaces). Apología del desamor e histriónico discurso sideral de considerable pegada. Arrebatador.
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