Crítica de 'Critical Thinking' lo nuevo de Manic Street Preachers
DiscosManic Street Preachers

Crítica de 'Critical Thinking' lo nuevo de Manic Street Preachers

7 / 10
Raúl Julián — 14-02-2025
Empresa — Sony Music
Género — Indie rock

El hándicap al que vienen enfrentándose Manic Street Preachers desde hace tiempo se traduce en cierta inercia discográfica que recuerda, tan poderosa como involuntariamente, que los mejores tiempos de los galeses quedaron fechados en los noventa y (si acaso) primeros dosmiles. Se trata de una generosa colección de discos en todo caso aceptables, del tipo de “The Ultra Vivid Lament” (Columbia, 21), que resultan bagaje suficiente para cualquier seguidor en firme del trío aunque no terminen de desbordar. Títulos alejados de la intensidad contestataria y alma punk de “The Holy Bible” (Epic, 94), o de esa impecable conversión melódica del combo latente en “Everything Must Go” (Epic, 96), en definitiva.

“Critical Thinking” es ya el decimoquinto álbum de estudio de Manic Street Preachers, y quizá sería un poco osado afirmar que sea el mejor del combo en equis años, pero lo sí que es cierto es que acoge algunas de sus canciones más brillantes en mucho tiempo. Un apartado de euforia en el que colocar el sorpresivo inicio art-punk de “Critical Thinking” (que cumple en su función de alertar al oyente), los efervescentes singles “Decline & Fall” y “Hiding In Plain Sight” (por primera vez en la voz del bajista Nicky Wire), el medio tiempo “People Ruin Paintings”, “Deleted Scenes” o “OneManMilitia” dejando gran sabor de boca como cierre. Junto a ellas, piezas que apuestan sin remedio por la reiteración y aportan poco al repertorio previo de los británicos, caso de “Dear Stephen”, “Being Baptised” o “My Brave Friend”, coherentes pero sin mayor brillo. En cualquier caso, la voz de James Dean Bradfield sigue sonando imponente en unas y otras, dotada ahora de una madurez inherente que no hace sino favorecer con naturalidad a la propia interpretación.

“Critical Thinking” cabe (y debe) entenderse como motivo de celebración en sí mismo. Primero porque, en sus mejores momentos, raya a un nivel notable que permite extraer un puñado de gemas que añadir a lo más granado del catálogo (en su época actual) del trío formado por James Dean Bradfield, Nicky Wire y Sean Moore. Y segundo (y quizá más importante), porque la referencia certifica, una vez más, la continuidad de Manic Street Preachers, legitimando a la banda como una formación clásica que continúa su senda tras aquella forzosa reinvención motivada por la misteriosa desaparición de Richey Edwards hace ahora treinta años. Quizá sin efusividades, pero sí con una dignidad fuera de toda duda.

Texto: Raúl Julián.

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