Discúlpenme lectores si me repito, pero escarbar entre el anodino montículo de novedades del mes y encontrarse una sorpresa como esta compensa el sopor invertido en otras empresas. A Manett ya les reseñamos a propósito de su anterior demo en esta su revista, y ya nos quedamos irremisiblemente prendados de unas canciones etiquetadas como odas al buen gusto. Con la voz queda, supurando matices preciosos de pop oscuro de clara herencia anglosajona, con un pie en la Velvet, el otro en Luna y la mente de Elliot Smith -mención aparte al corte principal, propio de un Chris Isaak con menos recursos a la producción- el trío sabe como sustentarse para que el crescendo llegue sin darse uno cuenta. Es decir, economía de medios perfectamente repartida, tricotando texturas sublimes a lo largo de nueve canciones en lo que es un aperitivo de su primer disco. Que esperamos ansiosos, obvia decir.
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