Tras presentarse al mundo en 2021 con los cuatro temas de su “Tettsui”, Mainline Magic Orchestra debutan finalmente en el formato largo con “Harri Poter”, un proyecto contaminado por la naturaleza energética y extravagante de una boyband que podría haber salido de una viñeta de Miguel Noguera. El primer álbum del colectivo de L’Empordá suena exactamente como debería sonar un disco protagonizado por un delfín humanoide en la portada e interpretado por un cuarteto de músicos vestidos de estrella (creo). El house y sus múltiples ramificaciones son la única columna vertebral de este surrealista cuerpo sin órganos de desatada electrónica de club. Imposible defender que, en esta feria sonora para asiduos del Nitsa o a alguna sala oscura ibicenca de los ochenta, las temáticas no hayan sido escogidas al azar girando una ruleta. “Harri Poter”, siendo fiel a la propuesta performática de Mainline, apuesta por el sinsentido como leitmotiv, hasta el punto en el que es rotundamente imposible descifrar qué tiene que ver todo esto con Harry Potter.
“Skateboarding Is Not A Crime” nos da la bienvenida apaciblemente al mismo tiempo que homenajea los orígenes skaters de la banda. Reclamando que dejemos a los chavales que camelen, el tema nos induce en un extrañamente reposado trance se acelera en el momento preciso. Tras la calma llega “How 2 Please Me” (es decir, la tormenta), un violento tema de house animal con rugidos de tigre a modo de ad libs en colaboración con el alemán P.Vanillaboy. Con la bestia ya liberada pueden ir paseando “Elektrassu” y sus histéricas carcajadas melómanas o “WORK” y el speech ludo-capitalista de Juicy Romance, ambos temas que sacan a relucir un aura oscura y estridente que contrasta con lo luminoso de singles anteriores como “Xumba Xumba”. Por otro lado, “Bruce Willis” rescata el gusto primigenio de Mainline por la literalidad más estricta: si “MMO Theme” confirmaba repetidamente que sin lugar a dudas ellos son Mainline Magic, este tributo (o quizás no) al actor estadounidense recuerda —repetidamente— que sin lugar a dudas producen house.
Supongo que un tema no valía para dejarlo claro, por lo que “House Music To The World” funciona como perfecta clase de refuerzo, entonando un eufórico himno de house (¿seguro?) capaz de provocar uno de los ejercicios de voguing más bizarros jamás perpetrados. De la misma forma que su álbum poco tiene que ver con ningún mago británico, “BDSM (BLISS, DREAMS, SOUL, MEMORIES)” convierte el fetichismo masoquista en un sentimental ejercicio nostálgico, convirtiéndose en la propuesta más melódica del conjunto. “Cigarrito” llega para provocarnos un flashback de Vietnam (o de la terraza de cualquier club) a través de un divertidísimo despliegue de sintetizadores y el cameo de unos Alvin y las ardillas adictas a la nicotina. Pero para sintetizadores los de “El Crit de L’Shrek”, una lluvia sonora coreografiada desde una juguetona jam de estridente electrónica que podría entenderse como el gemelo malvado de “Tienes el groove” de Ciutat.
“Arsa” corona a la cara B del álbum como el clímax de este mal viaje de house, a través de una infalible sinfonía protagonizada por alpargatas que acaba por convertirse en una de las joyas de la corona. No tiene mucho que envidiarle “Killersito (+18)”, un simulacro de violencia armonizada con sierras mecánicas que invita a preguntarnos si un disparo podría matar a alguien por la radio (Radio killed the dolphin-man). Para poner la guinda del pastel, Mainline Magic Orchestra invitan a LVL 1 —presencia ya imprescindible en cualquier proyecto de electrónica nacional— a subirse a su climático cierre de álbum, un melancólicamente hedonista punto y final a esta montaña rusa dadaísta.
Más allá de su innato carácter desenfadado, la consistencia con la que “Harri Poter” teje este elegante ecosistema de inconsistencias demuestra la madurez artística de un colectivo incapaz de ponerle barreras a su campo. Los Mainline no sólo han conseguido hacernos imaginar cómo sonaría “Clímax” de Gaspar Noé si se hubiera rodado en La Paloma, sino que se han consolidado como una de las figuras esenciales del sonido electrónico post-pandémico. Entre lo misterioso y lo extrovertido, la banda de variedades catalana consigue introducirnos en un atractivo imaginario personal donde la omnipotencia de la pista de baile parece ser el único eje temático coherente. Imposible saber por qué Harry Potter, qué se supone que grita Shrek o qué debería simbolizar una alpargata. Lo único que me queda claro es lo siguiente: no al concierto de Ciutat, sí al concierto de Mainline Magic Orchestra (creo).
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.