Reseñar a estas alturas los tres primeros discos de Madonna resulta, a todas luces, una solemne gilipollez –aunque atiendan al firmante y lo entenderán todo-. El caso es que, puestos a reseñar discos, mejor echar mano de tres complacientes reediciones que prestar atención a las decenas y decenas de lanzamientos que no hacen más que llenar estanterías y comerse nuestras horas sin nada qué decir (busquen por lo menos treinta en nuestra sección de discos de este mes).
Aquí, ahora, aprovechando el esperado filón que supondrá el Drowned World Tour de la musa del pop y sin amagar ningún tipo de interés más allá del oportunismo discográfico, se lanzan de nuevo al mercado los tres primeros trabajos de Madonna: “Madonna” (82) –con un incomprensible cambio de portada-, “Like A Virgin” (84) y “True Blue” (86). El añadido, dos remezclas por álbum –lo cuál es más bien poco, una tacañería vamos-, aunque tampoco es que eso importe demasiado. En estos tiempos en los que Madonna no solamente es cool, sino que uno puede escuchar sus discos en público sin temor al desprestigio, no se me ocurre ningún motivo para que puedan comprarse estos tres discos y quedarse tan anchos: eficaz y fresco el primero, excelente el segundo y algo petardo el tercero. Ya saben, si solamente tienen que quedarse con uno no lo duden: “Like A Virgin” es la decisión correcta.
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