Conundrum
DiscosMadee

Conundrum

8 / 10
Fran González — 22-02-2023
Empresa — B-Core Disc
Género — Rock
Fotografía — Archivo

No hay dos sin tres, y estaba cantado que el célebre retorno de la banda catalana Madee no podía dejarnos con la miel en los labios tras sus alabados “Eternity Mingled With The Sea” (B-Core, 21) y “In The Cold Season” (B-Core, 21). Al contrario de lo que cabría esperar de acuerdo al refranero popular, terceras partes a veces sí pueden ser buenas, e incluso mejores que sus antecesoras. Así al menos lo han demostrado los de Cabrils poniendo toda la carne en el asador en “Conundrum”, la tercera entrega de esta particular trilogía iniciada hace dos años y con la que la banda rompía un silencio de nada menos que siete.

Con el fotógrafo y poeta Mark Swanson reconvertido ya en el séptimo miembro oficial de Madee, la banda vuelve a encontrar en las letras de éste la particular chispa de ignición con la que avivar un discurso lleno de escenarios melancólicos y oscuros, salpicados con fiereza desencantada y melodías descorazonadoras a partes iguales. De la mano del polivalente Ramón Rodríguez a la cabeza y ejerciendo de catalizador directo entre la lírica del norteamericano y el universo tangible del sexteto, la banda rasca en las profundidades de su abismo estético para confirmar que su propuesta mantiene la mirada fija en dirección a sus seguidores de siempre, pero sin caer en la trampa continuista de quien firma un regreso sin aportes. De hecho, y tras las dos anteriores entregas que han funcionado a las mil maravillas como laboratorio experimental para sus artífices, “Conundrum” refleja una comodidad y una soltura del todo especiales, las propias de quienes reclaman su regreso por derecho y aterrizan de pie y sintiéndose como en casa.

Si tiramos de etimología, “conundrum” referencia a un problema de difícil solución o una cuestión insondable que atenaza nuestra existencia; el fuerte de Madee, en cambio, nunca ha sido el de jugar con la obviedad, y por tanto el sentido de sus inquietudes queda enterrado en esa ola de misterio confuso y aciago lleno de alegorías que remiten a escenarios ensimismados y puramente introspectivos de donde solo podemos salir gracias a la poderosísima pegada que poseen sus temas y que no dejarán de evidenciar una muy celebrada reminiscencia al rock alternativo anglosajón de principios de los dosmiles, con tonadas que parecen auténticamente sacadas del imaginario de Brian Molko (“Gaps In Time”) o de los mismísimos Manic Street Preachers (“Yesterday”). Sin embargo, esa espesura lóbrega deja paso a un candor melódico que bien logra quedarse impregnado en nuestra psique con las mismas armas y la maestría de quienes saben cómo generar himnos de impronta repetitiva y acompañamiento catártico (tal y como claman los pegadizos estribillos de cortes impecables, como “Happy Hour In The Forest” o “Vying For Clues”).
Referentes a parte, Rodríguez y los suyos se dejan llevar a lo largo de sus once cortes, sin cortapisas ni límites, y demostrando que la experiencia es siempre una baza a favor y mucho más a la hora de arriesgar sin reparos. Lo demuestran con lecturas tan valientes como la sacada de su “Live In My Words”, en la que directamente aplauden el acto en sí de hacer arte por encima de sus resultados finales (“I fall too, I fail and waste time, precious time. My time. I am alive in my words”) y con la que coronan esa valentía personal que les ha empujado a retomar sin miedo al fracaso un proyecto que muchos creíamos erróneamente extinto. No, querido lector, Madee están más vivos que nunca y demuestran tener cuerda para rato.

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