Smashing Pumpkins no estaban haciendo unos discos tan malos como la crítica se empeñaba en hacernos creer, lo que sucede es que habían perdido su lugar en la década. El territorio en el que habían plantado una bandera con «Gish» había visto como, sobre él, se levantaba una lujosa mansión llamada «Siamese Dream». El problema fue que, con el devenir de los años, había quedado aprisionada entre edificios más altos y mucho más modernos.
Afortunadamente, el espíritu del pionero continúa fluyendo por la sangre de Billy Corgan y con este «Machina/The Machines Of God» da un sólido golpe a los cimientos de los que le habían rodeado. El disco -¡por fin!- nos reserva al mejor Corgan; a ese perfecto arquitecto de melodías furiosas. Canciones con vocación de crecer y de hacerse muy grandes… (¿qué me dicen del solo y del final de «I Of The Morning», de la espectralidad de «Glass And The Ghost Children», de la crudeza rockera de «Heavy Metal Machine», del demoledor estribillo de «The Everlasting Gaze», del esplendor rítmico de «Rain Drops & Sun Showers»….).
Hacía tiempo que Smashing Pumpkins no conseguían que mantuviera la escucha de principio a fin, sin bajar la guardia ni un segundo, de ninguna de sus grabaciones. Hacia tiempo que no disfrutaba como un enano.
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