Ya puede el mundo venirse abajo, que Anthony Gonzalez sigue a lo suyo. Cada vez más encastillado en ese mundo de fantasía – vaya, no he tardado ni dos líneas en mencionar el título – que le (nos) retrotrae a una adolescencia analógica, envuelta en televisores de tubo, cintas de VHS y discos que empezaban a exprimir la capacidad de almacenamiento de un CD. Como este. Nada de lo que propone su noveno disco es nuevo, aunque sí transmite (quizá más que nunca) un claro desdén por los peajes de la actualidad y una decidida apuesta por una desatada ensoñación – solo dos cortes bajan de los cuatro minutos – que lo sitúa mucho más cerca de "Before The Dawn Heal Us" (2005) que de "Junk" (2016). Sintes y guitarras a todo trapo. Shoegaze del siglo XXI. Escapismo sin bridas.
Haciendo honor a su nombre, "Fantasy" (2023) es un disco tan acogedor como también exento de esa aventura que él mismo pregona en el notable single “Oceans Niagara” (“beyond adventure!”, exclama), porque su retrofuturismo nostálgico es como una cálido inmersión en líquido amniótico, o más bien como una vuelta al cascarón de una adolescencia cualquiera de clase media entre el ecuador de los ochenta y el de los noventa. Zona de comodidad plena. Como ver de tirón varios capítulos de Stranger Things, vaya. Bonito y resultón entretenimiento. Su trabajo a tres bandas con el teclista y saxofonista Joe Berry y el productor Justin Meldal-Johnsen (Beck, Paramore, St. Vicent) transmite liberación pero también cierta autocomplacencia, aunque sus cortes seguramente funcionen como un tiro en directo porque parecen diseñados para él.
Los teclados evocadores (hasta 37 sintetizadores hay acreditados) que tanto enlucen “Water Deep”, “Us and the Rest”, “Earth To Sea” o “Fantasy” (que recuerda algo a los momentos más barrocos de Daft Punk) conviven con el ánimo metronómico, a veces lindando con el kraut, de sus momentos más dinámicos – mis predilectos –, como “Deceiver” o “Sunny Boy”, o con el saxo de la melosa “Laura”, redondeando un trabajo que satisfará con creces a los adeptos y alimentará sus shows, pero tampoco será la mejor puerta de entrada para quien nunca haya empatizado con su argumentario.
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