Los cambios siempre son necesarios, aunque a veces te arriesgues a que no salgan todo lo bien que esperabas. En el caso de Lykke Li, vemos que se ha cansado de ser la sueca corta venas favorita de la escena independiente y ha decidido actualizar su sonido para saborear el éxito sin tener siempre un nudo en la garganta. Con “So Sad So Sexy” nos presenta un salto al synth-pop comercial y se libera entre bases traperas inspiradas en esa escena urbana que siempre ha idolatrado. Desde su total admiración por Lauryn Hill, hasta sus colaboraciones pasadas con Drake o Kanye. Este nuevo disco surge de la vida neoyorkina de la artista, de su necesidad de lanzar un álbum que suene al presente, que encaje dentro del mercado actual y deje de lado, por primera vez, esa tóxica forma de componer habitual en la estrella. Curiosamente, este renacer aparece en un momento de altibajos personales para Lykke Li. El fallecimiento de su madre en julio del pasado año (a la que le dedica “utopia”, tema que cierra el proyecto), el nacimiento de su hijo, su relación con Jeff Bhaskeren… Una situación emocional turbulenta de la que ha decidido salir reforzada y pensar en crear de una forma más positiva.
Para esta nueva etapa ha abierto su corazón en canal, por primera vez, a multitud de figuras de la industria y ha dejado que estas reorienten su carrera. De entre todas las participaciones, el álbum cuenta con dos aliados claves para la construcción de su nuevo sonido. Por un lado, Ilsey Juber como compositora amiga a lo largo de todo el disco. Personalidad que participó en el nacimiento de temas como “She Loves Control” de Camila Cabello, “Flame” de Tinashe o el reciente “Accelerate” de Christina Aguilera. Por el otro, su unión a Malay en la producción (“Channel Orange” de Frank Ocean) que ha conseguido acercar a Lykke Li a un sonido elegante, y trabajado, que huye todo lo posible de futuras acusaciones de apropiación cultural que puedan surgir. Al margen de estos, entre el resto de participaciones de lujo en el proyecto también podemos destacar a Rostam Batmanglij, componente de Vampire Weekend, que participa en la composición y le hace los coros del tema de apertura “hard rain”. Y, por otro lado, Aminé co-protagonista de “two nights” con unos versos que sumergen aún más a Lykke Li en el nuevo terreno sonoro, y estilístico, que intenta dominar.
“So Sad So Sexy” es un disco arriesgado, supone dar un giro de 360º a la artista que llevamos años conociendo y que en parte estamos seguros de que viene provocado por la tremenda acogida que tuvo el remix de “I Follow Rivers” que realizó The Magician. Es una nueva visión de negocio, y ha sabido mezclar bastante bien su capacidad de transmitir con la búsqueda de un sonido mainstream que pueda colocarla en otro status. ¿Qué falla entonces? El principal error del disco es la repetición de ritmos, de fórmulas que llegan a cansar en algunas ocasiones y te ciegan en la exploración de matices que hagan el álbum mucho más interesante. Algunos temas cargan el proyecto con un olor a pop facilón que no le favorece (“Jaguars In The Air”), y otros se convierten en piezas de relleno (“Last Piece”) que la alejan por completo de la artista creativa e interesante que siempre ha demostrado ser. Por otro lado, a veces echamos en falta la carga poética que mostraba en sus anteriores discos y que aquí ha dejado un poco de lado para intentar ser más directa con su público. En resumen, parece ser que Lykke Li encontró la forma de contar su nuevo ser, su metamorfosis, se plantó y decidió no indagar un poquito más y quedarse tranquila en la superficie de este nuevo sonido.
Aún así, es admirable el trabajo vocal del álbum y lo bien que ha logrado encajar su marcada personalidad entre bases trap que podrían pertenecer a cualquier figura de la escena actual del género (“Deep End”) sin perder su identidad como artista. Como decíamos, no es fácil tirarse a la piscina con los ojos vendados y Lykke Li ha saltado sin pensárselo y con bastante naturalidad.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.