A los norteamericanos Luna no se les acabó de tomar en serio en su momento: demasiado académicos para los (pocos) fans de Galaxie 500, demasiado serenos, sobrios e intelectuales para la incipiente ola del Britpop, quedaron como una amable anomalía que ganó cierta atención en Europa, no tanto en unos Estados Unidos donde las sutilezas no siempre encuentran su público.
La estupenda reedición numerada de su debut de 1992 en doble vinilo acompañado por las maquetas y un single del momento, les reivindica. Sucede a menudo, cuando el tiempo se encarga de separar grano de paja. Cierto que la huella de sus influencias, con el pop minimalista artie y clásico de Velvet Underground y Lou Reed a la cabeza, podía ser un poco excesiva, pero tampoco engañaban a nadie. Además, su sonido clásico y nada estridente iba a contracorriente del zeitgeist del momento.
El caso es que “Lunapark”, editado por Elektra (era el momento en que los grandes probaban suerte con grupos alternativos: la fiebre duró poco) está lleno de alicientes. Concebido por Dean Wareham en formato de trío, el disco contó con la producción ilustre del batería y productor Fred Maher, responsable del sonidazo de clásicos de Lou Reed como “New York” de 1989. En “Lunapark” también encontramos alguna colaboración ilustre, como la de Grashopper (Mercury Rev). Pero lo fundamental son las canciones. Doce cortes atemporales en los que Wareham se afianzaba como notable compositor de indie pop lisérgico con un pie en el pasado y otro en el futuro, tendiendo puentes entre el indie y un clasicismo rockero atemporal plasmado en clásicos del repertorio de la banda como “Anesthesia” y sus suaves melodías melancólicas.
Quien busque notas internas o pistas sobre la génesis del debut de los neoyorquinos se verá frustrado, porque no hay nada más allá de los créditos. Pero la música aguanta a la perfección, y eso es lo que importa.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.