El segundo disco del power trío Lukiek -no hay trampa en el título (“#2”, Ático Stereo, 2021)-, continúa la estela de fantasía retorcida y sonidos noventeros de su debut “#1” (Ático Stereo, 2019). Funciona su peculiar fórmula de “pop metido dentro de la rabia”, según define en esta entrevista Josu Ximun (voz y guitarra, también en Belako). Junto a Antton Goikoetxea (bajo) y Christian Rodríguez (batería), reniegan de las estructuras pop al uso y apuestan por “algo más loco”, apunta Ximun.
En los temas “SnK” e “Izate Iragankorrak”, por ejemplo, contrastan las estrofas “oscuras y cañeras” frente a un estribillo “más suave”, sin la carga estereotipada que suele atribuirse a este. Así, las tensiones y disonancias -recurso habitual en el repertorio de Lukiek-, recaen sobre las estrofas. Sus esquemas a la inversa, sin embargo, encajan en una extraña armonía pop. En cada corte habitan diferentes mundos fantasmagóricos y surrealistas: pasan cosas. Son muchos los recursos, matices, tempos y giros que se entremezclan e implosionan en la misma canción, en un ejercicio de riqueza estilística que, lejos de desentonar o chirriar, agrada (y se agradece).
Uno de los hits es sin duda “Fluoreszenteak”, con su poderoso inicio oscuro y arabesco, y ese aura de melancolía pop en su desarrollo melódico. Tal como se indica en la propia letra, parece hasta romántica… y de repente, vuelve la tralla pesada del comienzo; breve tregua en su estribillo pop; de nuevo giro macabro… Al término de la canción, coros naif-pero-siniestros mediante, una no sabe si llorar por un amor platónico, romper la vajilla, saltar como una adolescente o hacer todo eso a la vez. Quizá este caleidoscopio de sonidos se deba a que “#2” es un disco más participativo, según admite Ximun; pues salvo en el caso de “Klonoa” -obra íntegra del cantante de Lukiek-, los tres han contribuido en cada pieza de este tetris, que incluye tintes de pop ochentero (“Eroan Zaitue”), guitarras afiladísimas (“Sorginorratz” o el brutal cierre “Tzar”); además de una inquietante versión de la nana tradicional vasca “Obabatxue”. Ah, y tampoco hacen ascos al autotune (“Izate Iragankorrak”).
Sin una intención premeditada de elaborar un disco conceptual, “#2” gira en torno a la noche y el sueño. Buena prueba de ello son “Soro Baten Zoro Bat” o el ‘cuento’ en tres actos “Ipuin Ha”. Dividido en tres partes; “Gaztelua”, “Sorgina” y “Geziak”, cuenta una historia “tipo Dragones y Mazmorras”, si bien musicalmente nada tienen que ver las unas con las otras. “Gaztelua” parte de una maqueta de Ximon, que incluyen en el disco tal cual; mientras que “Sorgina” es una instrumental endiablada y “Geziak” es el epílogo de redoble solemne.
En cuanto al diseño, es pura fantasía en 3D que firma Ximon Agirre, quien ya se encargó de las artes del LP debut del trío vizcaíno. “#2” se ha grabado y mezclado en El Tigre Estudios (Bilbao), con Xabier Egia Abad; al igual que hicieran con “#1”. Estanis Elorza (Doctor Master), por su parte, se ha encargado de la masterización.
Asimismo, ‘repiten’ sello, Ático Stereo, proyecto discográfico independiente que apuesta por grupos que canten en su lengua natal, y que promueve el propio Christian Rodríguez. En las colaboraciones, destacan las voces de Cris Belako (“Ipuin Ha”) y Lore Nekane -en varios temas-, e incluso el propio Xabier Egia en los coros de “Fluoreszenteak”. Si atendemos a la definición puramente física de ‘fluorescencia’, comprobamos que es aplicable a la reacción que produce “#2”: “Luminiscencia debida a la excitación de una sustancia que absorbe radiaciones”. Ahora sólo falta que nos absorba en sus próximos directos…
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