Si su disco de debut lo grabó en un día y para el segundo ya iluminó a los que tenían que hacerle caso sin mirar los detalles, este “Home Video” es el disco de la confirmación. Puede que ella no esté de acuerdo, pues esta no es más que una parte de su historia, la lógica evolución de una artista que cree más en carreras largas y sólidas que en impactos súbitos. Lucy Dacus ha mirado a su pasado y se ha acordado de las cosas que ha hecho bien y, más aún, de las que han salido mal. Sorprende que alguien tan aparentemente joven, que lo es (veinticinco años), tenga ya esa necesidad de explorar el dolor y anunciar la incomodidad de lo que la envuelve. Para ello rescató sus diarios de juventud y los vídeos caseros que grabó su familia cuando era una niña.
Si en “Historian”, su antecesor, centró el tiro en las relaciones sentimentales y sus consecuencias, ahora va más allá. El discurso es global y si cabe, todavía más personal. Sus aventuras y desafíos en los suburbios de Richmond dan para escribir, no ya una canción, sino muchas. Ella pertenece a ese grupo de chicas que no se autoimpone limitaciones y a las que no puedes etiquetar, a no ser que te quedes en algo tan simple como el indie. A su manera, hace lo que les viene en gana. Nadie le pide explicaciones y no atiende a obligaciones morales. De hecho, Dacus pone en cuestión la religión y sus estamentos. Canciones como “Christine” o “VBS” se ocupan de ello.
En cuanto al sonido, esconde alguna sorpresa, en “First Time” suena a bandas de los noventa como Bettie Serveert o Belly, con ramalazos eléctricos y cierta anarquía que la sienta bien. En “Brando” inventa un recorrido; un amigo la seduce a través de un viaje cinéfilo que ella no acaba de comprender. Y en “Going Going Gone” llama a filas a Phoebe Bridgers y Julien Baker, compañeras en Boygenius, una pieza que la aproxima a cantautoras folk con vocación conciliadora, un traje que podría vestir más veces en un futuro. De momento, “Home Video” marca un antes y un después, ahora nadie pondrá en duda su atrevimiento, su lírica palpitante y un talento para escribir en que se funden lo imaginativo y lo palpable.
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