LPIV

Desde el principio de los tiempos, la provocación ha sido una gran herramienta para vender discos. También lo ha sido para reírse del sistema, aunque este sea tan absurdo como el de la industria de la música popular. Los Punsetes han titulado el primer single de su nuevo trabajo como “Me gusta que me pegues”, y más allá de que en el mundo real es absolutamente inadmisible, como provocación puntúa muy alto.

Musicalmente, es un trabajo continuista con una producción tirando a lo impecable y un sonido excelente, sobre todo en las guitarras. Eso sí, nada nuevo bajo el sol. Tan sólo buenas canciones que trabajan sobre lo sórdido y lo bizarro que es salir cada mañana de la cama y lidiar con el odio y la frustración. La culpa, por supuesto, siempre es de los demás, y han conseguido sortear el freno de ofrecer algo muy parecido a cualquiera de sus trabajos anteriores volviendo a la inmediatez de su primer álbum.

La voz de Ariadna se escucha con mucha más convicción, y los efectos en las guitarras cobran relevancia en temas como “Amanece más temprano” o “Tan lejos, tan cerca”. Con cambio de sello (Canadá Editorial) y producción de El Guincho junto a Brian Hernández, el álbum suena brillante, potente e inmediato, mucho más cercano a su directo. Candidatas a himnos generacionales de gente que todavía se cree joven (“Me gusta que me pegues”, “Opinión de mierda”), oscuros paisajes de costumbrismo contemporáneo (“Vaya suerte que tengo”, “Arsenal de excusas”), no pierden la buena costumbre de reírse de todo lo que se les pone por delante.

No hay un cambio radical en su sonido (ni era su intención), ni son los mayores defensores del riesgo, pero han encontrado su lugar y lo convierten en un sitio incómodo, en el que perfeccionan sus disfuncionalidades a base de bombas subterráneas, pegadizas y falsamente frívolas que hacen poco ruido, pero bastante daño si no entiendes la ironía.