Hugo
DiscosLoyle Carner

Hugo

8 / 10
Fran González — 30-10-2022
Empresa — Emi
Género — Rap

Después de consolidarse como uno de los nombres mejor valorados de la nueva escena hip-hopera de Reino Unido con su notable segundo álbum, “Not Waving, But Drowning” (EMI, 19), el rapero londinense Loyle Carner demuestra con su tercer trabajo no conceder ni un paso atrás en su fulgurante carrera, ofreciéndonos con “Hugo” (EMI, 22) un proyecto del todo sólido y de corte personal que refleja además lo bien que le están sentando los años a su artífice.

Con una madurez perceptible desde el primer corte, Carner adereza sus versos con nuevos matices en los que no vacila a la hora de poner luz sobre temas de carga social, como la cuestionadas políticas raciales acontecidas en los últimos años en su Reino Unido natal (“I fear the color of my kin, I still feel the color that's within” canta en “Hate”, la apabullante e insólitamente agitada pista con la que el LP nos recibe) o el auge de odio que precisamente éstas crean alrededor de las cifras en aumento de crímenes por arma blanca en la capital (“Blood On My Nikes”). Y será precisamente esa autodeterminación racial, empoderadora y reafirmante, la que de algún modo haga las veces de motor intravehicular que dirija la acción en “Hugo”, topándonos así con líneas del todo directas y sin titubeos en tramos como “Nobody Knows (Ladas Road)” (“See, I reached the Black man he wouldn’t take my hand. Told the white man, he didn’t understand”) o “Georgetown” (“Yeah, I'm black like the key on the piano, white like the keys on the piano, low ammo”). Un sentido abrazo a sus raíces que se materializa en el extenso empleo de bifurcaciones y derivas propias del género, ensanchando aún más si cabe el alcance de su prosa con brillantes usos del góspel y el soul (“Nobody Knows (Ladas Road)”) y un hip-hop amable y cálido que es ya marca de la casa (“Plastic”, “Polyfilla”).

Aunque más allá de la extraordinaria ristra de líneas que Carner nos lanza sobre sus conclusiones más íntimas acerca de la fama y su recién estrenada paternidad (“A Lasting Place”), hay algo en “Hugo” que lo eleva a la siguiente categoría y es precisamente la excelsa instrumentación que arropa todos y cada uno de sus cortes, coqueteando con la utilización de elementos orgánicos que humanizan el resultado (“HGU”) y jugando con texturas jazzísticas y bases lo-fi que crearán escenas lluviosas e introspectivas ante nuestros ojos de las que no querremos salir (“Homerton”). Para ello, por supuesto, Carner ha sido muy despierto eligiendo a sus compañeros de viaje, y es que tan solo basta echar un vistazo a los nombres involucrados en su nuevo álbum para comprender por qué éste suena tan bien: desde Jordan Rakei y Alfa Mist como representantes de la siempre en alza escena jazzy británica, Kews., como ya habitual colaborador del rapero, y hasta nada menos que Madlib cuyo sabor old-school puede disfrutarse en ese encuentro tan poderoso entre la urgencia de Carner y la ácida lírica del dramaturgo afroguyanés John Agard para “Georgetown”.

A pesar de pasar por tantas y diversas manos, “Hugo” nos revela como nunca las facetas más vulnerables y complejas de Loyle Carner desde la más pura intimidad y de tú a tú, irrumpiendo desde la rabia más primaria hasta ir desengranando paulatinamente los hilos de insatisfacción, frustración y tristeza que subyacen detrás de la misma y que sostienen el discurso arriesgado pero certero de este rapero del sur de Londres.

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