Las delicadas y románticas maneras de Richard Hawley llevan camino de convertirse en uno de los grandes valores de Setanta a largo plazo. Lo que empezó como una grabación casual, el mini-álbum “Richard Hawley” (Setanta, 2001), dio paso casi de inmediato a “Late Night Final” (Setanta, 2001) y ahora a un “Lowedges” que persevera y ahonda en las virtudes de sus predecesores, perfilando en detalle el universo de Richard Hawley y consiguiendo incluso que se le deje de comparar con Roy Orbison o Scott Walker. Y no porque dichas referencias ya no sean válidas -lo son, sobretodo en lo referente a la grave voz de Hawley-, sino porque el espíritu que imbuye la música de “Lowedges” se asemeja mucho más al de los primeros álbumes de Edwyn Collins: Medios tiempos y baladas pop con sabor añejo que redefinen y acercan en el tiempo el concepto de crooner. Grabado, como los anteriores, en su natal Sheffield, “Lowedges” destila esmero en composición, interpretación y producción y, aunque le falta un punto de llegada final, consigue ser exactamente lo que su autor pretendía que fuera: un álbum que suene igual ahora que dentro de cinco años.
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