Ones and Sixes

Más de dos décadas contemplan la trayectoria de Alan Sparhawk -con Steve Garrington como tercero de a bordo desde 2010-, un tiempo en el que el nombre de Low se ha hecho sinónimo de slowcore, tanto como para convertirse en la banda de cabecera del rock a cámara lenta, con un denominador común a lo largo de los años: alcanzar la intensidad con un mínimo de elementos. Nada de esto ha cambiado en el undécimo álbum de los de Duluth, aunque a la vez encontramos momentos que escapan de ese sonido tan suyo a través de diferentes vías, como ocurre en la áspera “Kid in the corner”, en “No End”, que crece a través de capas de distorsión, o en “Lies”, en este caso con una atmósfera muy dream pop.

El latido se acelera en “Gentle”, la canción que abre el disco con premeditada incomodidad para poner sobre la mesa un tema como la tortura, aquí desde el punto de vista de una relación de pareja, aunque bien podría hacerse una lectura más política, como ocurría en buena parte de su soberbio “Drums and Guns” (2007). No es la única conexión con aquel trabajo, ya que “Ones and Sixes” explora igualmente cierta complejidad -de la producción se encarga BJ Burton, que este año también ha trabajado en el ambicioso último álbum de The Tallest Man On Earth- y vuelve a tirar de manera central de elementos electrónicos, aunque aquí la experimentación se muestra, digamos, de forma más ordenada.

La carga dramática, siempre unida a la discografía de Sparkawk y Parker, suma en “Ones and Sixes” nuevos minutos de desolación (“No Comprende”), fragilidad (“Into You”) y ruido blanco (“Spanish Translation”), mientras que “Landslide” resulta tan visceral como majestuosa; es humo y fuego, como tantas otras veces -aunque nunca igual-, sacando nervio entre melodías etéreas para vaciarse en el capítulo de las emociones. Épica a la turbulenta manera de Low, sin necesidad de efectismos, sino haciendo de la tensión el auténtico eje de sus esfuerzos.