Mejor no detenerse a pensar qué es lo que ha traído a Beasts Of Bourbon de vuelta. Kim Salmon no está, y si se le echa en falta es más en los créditos que en el sonido.
Por otra parte, Munster tiene por fin ese disco de BOB que siempre anheló editar y ello responde a una voluntad estricta, a un gesto de cordura entusiasta y extrema alejado de chifladuras modernas. Lo cierto es que los australianos no dicen en “Low Life” nada que no dijeran ya hace trece años (tampoco es un directo el sitio adecuado para hacerlo, ni Munster el sello que les puede instar a ello), si acaso pasan cómodamente la ITV de una maquinaria furibunda, tan capaz ahora como entonces de retorcer la música hasta lo psicótico y sostener con toda lucidez esa modificación emponzoñada del blues y el rock que conforma su particular herencia. Sus mordiscos tienen aún crédito: delirio post-cenagoso, funky hiper-fermentado... Un relato algo estancado, pero manifiestamente activo, todavía salvaje. “Low Life” contiene de todo menos dulces de cumpleaños. Es algo que, en su mismísimo rudimento, más que intentar entender, vale la pena observar, con el pulso acelerado. Ni que sea por lo perturbador de la trama o la brutalidad de los estímulos.
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