¿Por qué seguimos haciendo caso a estos dos tipos? El uno, Damon Albarn, se escuda en el discurso visual de Gorillaz para no decir nada. El otro, Graham Coxon, es sólo algo mejor por lo malo que es el primero. Alguna vez nos la ha colado, hemos llegado a pensar que había esperanza, aunque por contra también hemos abandonado conciertos suyos a la cuarta canción, con la vista baja de vergüenza ajena, hartos de solos de guitarra y una actitud profundamente obtusa El Coxon de “Love Travels At Illegal Speeds” es algo menos insoportable que ese Coxon pelmazo de las salas de conciertos. En el disco no tenemos que verlo, y eso favorece que sea realmente la música y sólo la música lo que se pone en tela de juicio. Aún con éstas, Coxon se muestra errante y bastante despistado. Resulta difícil asumir que lo mejor que pueda hacer a sus treinta y siete años sea un disco de teen punk y power pop de tercera, irregular y poco apropiado, salpicado por un par de baladas medio folkies, un r’n’r y un remiendo garajero. Si Blur fueron alguna vez como XTC, se quedaron en el camino hacia una madurez tan jugosa como la de estos. Ojalá Coxon se tomara la molestia de escuchar cien veces los “Apple Venus” antes de volver a largarnos un disco así de torpe.
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