Tras la revolución tecnológica que la industria musical ha experimentado con la llegada del nuevo milenio y la maltrecha credibilidad atesorada por las nuevas generaciones de bandas de corte tradicional, más preocupadas por incrustar sus caretos en un pedazo de folio que por apuntar un mínimo atisbo de calidad a sus composiciones, se antojaba casi imposible una resurrección dignificada de aquel pop basado en las guitarras que tantos suspiros levantó hasta hace poco más de un lustro. Pero, fíjese usted por donde, la esperanza se ha vestido de largo y se hace llamar Doves, un grupo rebotado del dance y trastocado por las devastadoras y a la larga celebradas consecuencias de un incendio que arrasó su arsenal musical. Y digo celebradas porque este bienvenido trío británico retomó desde cero su trayectoria y, contradeciendo la lógica de un currículum risible, parieron este monumental “Lost Souls”, el disco que necesitaba Inglaterra para redimirse de la vergüenza de los últimos años. Doce joyas donde los de Manchester repasan con mano maestra las virtudes que un día tuvo la música popular, antes de su corrupción electrónica; un manual para futuros compositores en el que Doves escriben con pluma de ganso los innumerables términos que viajan del optimismo al pesimismo, sin que las punzadas decaigan un solo instante. Un alivio.
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