Prepararos para sentir “El fuego” en el cuerpo y bailar en una verbena tropical (hasta el amanecer y más allá), bajo un nuevo grito de guerra/fiesta: “¡La cumbia es el nuevo punk!”. Los Mejillones Tigre vuelven a la carga con su segundo largo y, conservando su esencia tropicalista y salvaje, suben la apuesta y aumentan su ecléctica paleta sonora, con un extra de psicodelia garagera de ida y vuelta que te poseerá por mucho que te resistas. Una personal coctelera en llamas que agitan como nadie, con el rock lisérgico de los sesenta y setenta como base, Sudamérica latiendo fuerte y rebosante chicha peruana. Diez elaboradas composiciones que calientan como el más caluroso mes de agosto, en las que brillan las armonías vocales y la socarronería que caracteriza a la banda en cada letra. Del sabrosón y acelerado “Dale Candela” inicial, a esos sudorosos y pegadizos “40 grados (o más)”, pasando por esa pócima de garage para la alegría con “Agua de fuego”.
El sexteto formado por Iñaki (voz), Fiti (guitarra), Josete (bajo), Luisma (batería), Dani (guitarra) y Ramón (percusiones), tras aquel EP homónimo de 2018 y el definitorio largo de debut, “Tropical y salvaje” (20), sigue el baile caleidoscópico de estilos perfectamente ensamblados: garage ye-ye y “tortazo de Bud Spencer” viene y va en la divertidísima “Destruye al influencer”, vaivén de envolvente pop luminoso y technicolor en la irónica realidad de “La fábula del promotor y el trovador” (con mención a Mondo Sonoro incluida), o esos cantes de ida y vuelta, con regusto a morfínico surf pop, en la magnética guajira dominguera “Sunday Guajira”. Sones caribeños y africanos compartidos en “Vacaciones en Jonestown”, con ecos del Santana más hipnótico y retomando un tema muy made in Mejillones, las sectas; esta vez valiéndose del famoso Templo del Pueblo, creado por Jim Jones y que llevo al suicidio masivo a novecientas nueve personas en 1978.
Pura fantasía selvática a cada surco y por encima de todo: cumbia en vena. A fuego lento y empapada de LSD (“Lamento lisérgico”), o con adictivo ritmo endiablado que te empujará a “bailar el pogo tropical” sin pausa (“La cumbia es el nuevo punk”).
“El fuego” es un disco perfecto para darle una buena patada al frío y dejarse llevar por ese sol vigilante que, siempre, funciona a pleno rendimiento en la música de los jienenses. De la acalorada “mutación ye-ye” con el boogaloo identitario “Mejillón Tigre”, a los rayos uva de un verano eterno y relampagueante “Radiación”, con el espíritu de The Doors muy presente y otra de esas letras que no podrás dejar de tararear y reír, mientras te echas aftersun en las quemaduras: “Y aunque te quise me cansé de que fueras un sol, y aunque te quise necesito algo peor. Me quemé toda la cara por tu amor y nunca pude curar la insolación”.
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