Los Chikos del Maíz llevan dos décadas en la música en las que tanto la sociedad a la que aluden en sus canciones como la propia industria musical, especialmente el género urbano y los demás derivados del hiphop clásico han cambiado, evolucionado, de forma evidente. Lo que antes era minoritario ahora es masivo, popular. Lo que antes era solo bombo y caja, solo ritmos que ya eran retro en su momento, ahora es flexible, híbrido. Y lo mismo pasa con muchas de las reivindicaciones de un grupo cuyo mensaje ha ido mutando, adoptando nuevos puntos de vista y desechando otros; a veces con buen criterio, otras quizá por un sentido militante que empuja a ir siempre aliándose con las causas que van surgiendo.
Su concierto en el WiZink Center el pasado enero, que tuve la oportunidad de cubrir para esta revista, simbolizó un punto de inflexión para un grupo que más allá de los números ya cuenta con una página en la historia de la música del país y con un lugar en el imaginario popular. Ese concierto en el WiZink supuso abrir la puerta definitivamente al futuro. Tras un álbum como ‘Comanchería’, que simbolizó el final de la “etapa dura”, por utilizar un término político, llegó en 2020 su EP ‘David Simon’, donde los propios artistas hablaban de un cambio de sonido, del abandono de cierta militancia, cierto hastío -lógico, dada su dilatada trayectoria- de una forma de hacer las cosas, que, sin embargo, era más un ejercicio retórico que algo que se pudiera palpar realmente en las canciones.
Ese cambio ha llegado finalmente con ‘Yes Future’, el mejor álbum de Los Chikos del Maíz hasta el momento. Un proyecto donde se ven materializadas las palabras que surgieron con ‘David Simon’ tras la pandemia, un evento que cambió todo tanto en la música como en la sociedad, que en el caso de Los Chikos del Maíz son inseperables.
Esa bicefalia viene materializada en un libro con una pinta interesantísima que lleva el mismo nombre en el que amigos escritores y periodistas del grupo esbozan ensayos sobre por qué debemos ser optimistas sobre lo que nos viene. En ‘Yes Future’, además de ese optimismo que sobrevuela todo el álbum -el título es un juego con el ‘No Future’ de Sex Pistols- el factor diferencial es la calidad musical de casi todas las pistas. Incluso la intro, que es el peor tema del trabajo ven cuanto a delivery (esa cadencia pesada, casi inexistente), sobresale una propuesta musical muy interesante.
Los Chikos del Maíz han optado deliberadamente por la fusión, dentro de los márgenes en los que pueden moverse, claro, y les ha salido realmente bien. La mayoría de las producciones, además, vienen firmadas por el propio Nega, que se consolida como productor y beatmaker. ‘Fiebre del Viernes Noche’ o ‘Criptobros’ son piezas muy notables; y la elección -y ejecución- de las colaboraciones son brillantes. La incorporación de Ergo Pro e Ill Pekeño siempre es un acierto; a día de hoy están muy por encima de la media nacional; y el tema con Space Surimi, además de hacer cierta gracia, tiene la mejor producción del álbum, original, fresca y adictiva.
Al mismo tiempo, hay una ironía interesantísima, una cierta autocosciencia, que es una de las virtudes más importantes que pueden tener los artistas en periodo de madurez, en este ‘Yes Future’. A pesar de ciertos tics que se quedan, llamémoslos rasgos de estilo, hay una evolución bonita en este trabajo de Los Chikos del Maíz, que tanta falta les hacía como logra dotar a su carrera de una dimensión nueva, de una dimensión mayor, que les pone a la altura de las grandes bandas y cantantes de su generación, a través de una voluntad de cambio que, en este caso, ya es suficiente como para hacerles crecer de esta forma.
Los Chikos del Maíz, un proyecto que tantas veces ha sido denostado o admirado casi exclusivamente por su vocación y compromiso político, se merecen empezar a ser reconocidos, y de esto tenemos los medios de comunicación una buena parte de cuenta, por su trayectoria como músicos, ya sea para bien o para mal. Que la conversación vire hacia lo creativo no es ningún signo de debilidad, al contrario, como ellos mismos cantan, “queremos el pan pero también las rosas”. Todo llega; aunque tarde, merece si la dicha es buena.
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