Sin conexión

Éste sería un mundo mejor si no hubiera hipotecas, gente saltando por las ventanas y el fétido olor a rancio abolengo que expulsan las calles. Así que no nos queda otra que soñar con que otro mundo es posible y que las cosas, a nuestro alrededor, cambiarán algún día. Pero los sueños son eso, sueños, y Los Bracco avisan que te pueden llevar a la perdición.

El sombrío paisaje que describen en “Ángeles sin alas” contrasta con una animada melodía entre country y rock and roll. Y como solución a todos nuestros males proponen darle fuego a todo, un lema revolucionario que repiten una y otra vez a modo de grito de guerra.

El primer LP de Los Bracco -su segunda referencia tras el EP que publicaron el año pasado, "Bendita esquizofrenia"- desprende olor a gasolina y asfalto. Es como si los seis miembros del grupo donostiarra se hubieran decidido a arrancar con sus propias manos el azufre del volcán del rock and roll. Las canciones suenan poderosas, las guitarras altas y las referencias abarcan a los Rolling Stones de Sticky Fingers (“Sayonara”), guiños a los riffs de Chuck Berry (“El último tren”) y el “Waterfall” de Stone Roses en “El campeón”, entre otros.

La gran victoria de "Sin conexión" -además del acierto de incorporar a un teclista que logra apuntalar el sonido del grupo- es haber trasladado la fuerza y frescura de sus conciertos al disco. El punto fuerte de Los Bracco se crea a partir de la salsa de sus directos y era una asignatura que había quedado pendiente en su anterior trabajo. Han vuelto a contar con Yon Vidaur como productor en los estudios Muir de Donostia, además de los hermanos Igor y Mikel Eceiza en Mecca Recording Studio de Oiartzun.

Llama la atención la manera en la que hablan sin rodeos sobre sexo (“sexual sexual, siempre existe algo por perforar”, “dile a tu mamá que se abra de piernas”, “buscas conexión en tu pantalón, hace calor (…) cuerpos bien calientes por devorar”) en un momento dominado por el talibanismo de la corrección política. Pero Los Bracco se gestaron hace tres años en el bar Iparra de Gros, donde trabajan su cantante, Pablo Fernández, y su compositor principal, Toni Medina. Y en un bar de barrio, por fortuna, las reglas de juego las marcas tú.