Estos no han sido unos buenos años para Logan Lynn. El estadounidense en un corto plazo de tiempo perdió a su chico y a su querido perro, y con esas ausencias en su vida los fantasmas de los trastornos mentales y el suicidio volvieron a acecharle. Aunque eso sí, lejos de decantarse por la autodestrucción, ha aprovechado estas vicisitudes para crear un álbum catártico en el que, sin tapujos, se desnuda como nunca con la pérdida del amor como principal leit motiv.
Aparcando su conocida faceta electrónica (aun habiendo números como “Way Out” o esa “Oh Lucifer” en la que vuelve a hacer gala de su compromiso con la comunidad LGTB) Lynn y su fiel colaborador Gino Mari tanto se dejan querer por el pop californiano (“Can You Get Me Off?”) como rinden pleitesía a sus admirados The Dandy Warhols (en “The One”) en un disco igual de bello que visceral.
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