No es la primera vez que Dan Auerbach (la mitad importante de The Black Keys) se mete en el traje de faena de productor aunque su obra más interesante hasta la fecha, su trabajo con Jessica Lea Mayfield, pasó bastante desapercibida para el gran público. Por eso me da en la nariz que en esta asociación hay un interés mutuo por relanzar carreras. Digamos que un mito viviente de los primeros años del rhythm and blues como es John Rebennack Jr., más conocido por todos como Dr. John, se da a conocer entre lo más jóvenes de la mano del Black Keys, y este a su vez sigue la estela tras los controles ese paso por detrás de su eterno competidor Jack White, relanzando de paso la carrera de uno de sus artistas más venerados.
Porque hablar de Dr. John es, con permiso de Louise Amstrong, Fats Domino y su mentor el mítico Profesor Longhair, hablar del que posiblemente haya sido el músico que mejor ha sabido trasmitir al gran público lo que se cocía en las calles de New Orleans, auténtico crisol de culturas y música. Puede que no haya sido el más genuino, pero si el que mejor ha sabido combinar la esencia de la tradición con el rock ‘n roll más asimilado por todos. Claro que si el disco no valiera la pena, estaríamos ante una curiosa alianza que pasaría al olvido en unos meses como en tantas otras ocasiones ha sucedido. Pero no, El disco merece mucho, pero que mucho la pena. Y lo hace porque por un lado aúna la parca producción, cenagosa, árida y desaliñada del sonido Black Keys con la desgarrada voz y personalidad del Doctor. Por eso y porque traspira esa esencia de la música hecha desde las tripas, sin coartadas intelectuales y siendo además fiel al espíritu de una ciudad que ha sido parte esencial en la vertebración de la música popular estadounidense.
Canciones que podrían haber sido escritas hace cuarenta años, pero que contrariamente a lo que uno pudiera imaginar no suenan pasadas de moda. Al contrario. Si eres fan de The Black Keys, encontrarás que Dan se ha vaciado para lograr que los diez temas sean tan auténticos y certeros como solo una figura como Dr. John merece. Y a su vez el Doctor con sus más de setenta años ha reverdecido unos laureles gracias al apoyo de un musicólogo como Auerbach ya que ambos has sido partícipes de la composición . Solo hay que dejarse llevar por la cadencia de “Revolution” que tanto recuerda a “I Put a Spell on You”; el Blues marca de la casa de “Big Shot “; la sinuosidad funky negroide de “Eleggua”; el mojo del piano en “My Children, My Angels” o volverse loco con el solo de guitarra cortesía de Dan en ese trallazo genuinamente rock que es “Getaway” para darse cuenta de que esto no es una recuperación de un legado, ni tan solo una vindicación. Esto es un discazo en China y en Japón.
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