“I want to start again”, “We can do whatever we want”, “We can say whatever we mean”… Casualidad o no y sin buscar mucho los pies al gato, en “Sunlit Youth” (Loma Vista, [PIAS], 2016) nos encontramos de buenas a primeras con toda una declaración de intenciones. Los angelinos se ponen el traje de los domingos en un disco que supone la transición de su sonido hacia el más allá. Y ese más allá, teniendo en cuenta el laborioso trabajo que han llevado a cabo con sus discos anteriores en cuanto a consecución de un sonido distintivo, puede resultar arriesgado.
Local Natives es una banda que consiguió prácticamente de la noche a la mañana una fuerte marca personal que les hacía sacar la cabeza del indie más condescendiente. Su notorio debut en 2009 (“Gorilla Manor”, Infectious Records/ [PIAS]), hacía girar las cabezas gracias a una espontaneidad rabiosa, conseguida a través de disparos certeros –véase “Sun Hands”, “World News”, o la inocencia con la que esbozaban himnos como “Airplanes”. Esta energía, que luego se vio complementada en “Hummingbird” (Frenchkiss Records, / [PIAS]), 2013), subrayaba a una banda a tener muy en cuenta a la vez que subía las expectativas de sus siguientes trabajos.
Y su primera etapa desde entonces es este “Sunlit Youth”. Un trabajo en el que encontramos a una banda asentada dispuesta a divertirse y a explorar sus recursos e inquietudes dando rienda suelta a su imaginación. Sin embargo en ese camino evolutivo nos topamos con una producción exageradamente cuidada, que le resta algo de la efusividad y urgencia que encontrábamos en sus anteriores trabajos.
Las harmonías vocales y esa fuerza rítmica al límite que elevaron “Hummingbird” -producido por Aaron Dessner de The National- siguen presentes, pero por momentos pasan a un segundo plano eclipsadas por sintetizadores que lavan la cara más natural de la banda y que no permiten que el disco acabe de cerrar el círculo.
“Sunlit Youth” es una balanza que se pelea por equilibrar vanguardia y tradición sin dejar descontento a nadie. Pero la sensación final es que sacrifica la chispa en detrimento del músculo. Algo que nos han mostrado paulatinamente en la elección de singles: “Past Lives” es un tema que potencia y eleva sus credenciales y en el que ya se aprecia el reciclaje de su sonido, pero es sin embargo en “Villainy” donde ponen las nuevas cartas sobre la mesa. El ensanchamiento de su sonido hacia la electrónica es evidente y los primeros singles escogidos vienen con toda la intención. Pero lejos del escaparate también es justo destacar otros momentos esenciales dentro del álbum como es “Dark Days”. El tercer corte del disco y uno de los más interesantes, cuenta con la acertada colaboración de Nina Persson de los Cardigans, cuya voz oscila en medio de una persecución batería-guitarra que bien hubieran firmado los propios Foals con Stevie Nicks al frente.
Lo cierto es que “Sunlit Youth” es una apuesta ambiciosa y arriesgada en la que se fusionan influencias e ideas a gran velocidad. El tira y afloja está presente en todo el disco, con momentos más familiares como “Everything All At Once”, “Coins” o “Sea Of Years” y más elaborados como sucede en “Masters” o “Psycho Lovers”.
Se echa en falta la naturalidad y efervescencia de sus anteriores trabajos, motivo quizá por el que no llega a enganchar tanto como aquellos. Pero es un disco que puede marcar un punto de inflexión importante para el futuro de la banda. Su objetivo apuesta por la evolución de su sonido sin perder sus señas de identidad. Y no le falta ingrediente alguno para jugar ligas más importantes. Es una banda con personalidad que cuenta con una base de fans sólida, con el respaldo de la crítica y con talento y ganas para seguir siendo uno de los versos torcidos más recomendables del indie norteamericano en la actualidad.
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