Guesswork
DiscosLloyd Cole

Guesswork

9 / 10
Carlos Pérez de Ziriza — 30-07-2019
Empresa — Ear Music
Género — Pop

Conviene avanzarlo ya: Lloyd Cole no es un advenedizo de la eléctronica. Una cosa es que en los discos a su nombre apenas le hubiera dispensado un hueco, pero en la serie de trabajos que lleva despachados junto a Hans-Joachim Roedelius (Cluster), todos en el sello alemán Bureau B – se trata de "Selected Studies Vol. 1" (2012) y "1D Electronics 2012-2014" (2015) – ya había suficientes pistas como para pensar que algún día ensamblaría los beats, los clicks y los cuts en sus propias canciones. Lo que nadie podría esperar es que lo haría con tal naturalidad, reformulando su propio lenguaje sonoro hasta darle un impulso tan rejuvenecedor que parece que los seis años transcurridos desde el estimable "Standards" (2013) sean varios lustros.

“Ahora que ya no busco certezas”, dice en la inaugural “The Over Under”. Es curioso que extraiga lo mejor de sí mismo justo cuando se sitúa en el territorio de la duda una vez ha superado con creces la mediana edad, porque si algo desprende este Guesswork (Conjeturas, sería la traducción) es una apabullante seguridad, una concluyente confianza en sus capacidades, más allá de lo que nos digan sus textos. Escuchen la fascinante “Night Sweats”, con ese inicio tan pintón (“Soy un complicado cabrón, eso ya lo sabías”), y díganme si el escocés no suena más desafiante que en muchísimos años. Por comparación, consigue dejar en paños menores otras tímidas incursiones en la electrónica por parte de músicos de quinta similar, como el último Stephen Malkmus. Nada que ver.

Se trata este de un álbum de pop acolchado sobre ritmos y líneas electrónicas. Claras y diáfanas, casi geométricas, engañosamente frías. Pero no deja de ser un extraordinario disco de pop (ahí están los fieles Blair Cowan, Neil Clark o Fred Maher), en el que Cole revela su filia por las filigranas de Kraftwerk, Iggy, Bowie y Eno a finales de los setenta, también por las guitarras de Robert Fripp, pero las lleva a su propio terreno. A una lectura contemporánea, y de una forma magistral. Son tan solo ocho canciones. Eso sí, más largas de lo que acostumbra, propensas a largos desarrollos. Ninguna de ellas flojea. Y al menos tres merecen entrar en su particular torre de la canción: la ya mencionana “Night Sweats”, “Remains” y “When I Came Down From The Mountain”. Es emocionante comprobar que sí, que seguimos preparados para que una melodía suya nos pueda volver a quebrar el corazón. Aunque nos lleguen con distinto envoltorio.

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