Ya hace tiempo que dijimos todo lo que había que decir de FLC y, la verdad, jode repetirse. Igual que jode que disco tras disco te entreguen más de lo mismo... ¿Cómo llamarías a eso? ¿Esclavo de tu propio estilo? ¿Falta de imaginación? ¿Ausencia de riesgo? ¿Actitud acomodada y autocomplaciente? ¿Navegación sin rumbo?...
Ya hace tiempo que dijimos todo lo que había que decir de FLC y, la verdad, jode repetirse. Igual que jode que disco tras disco te entreguen más de lo mismo... ¿Cómo llamarías a eso? ¿Esclavo de tu propio estilo? ¿Falta de imaginación? ¿Ausencia de riesgo? ¿Actitud acomodada y autocomplaciente? ¿Navegación sin rumbo?... Sí, sí , sí y mil veces sí. Eso y un montón de cosas más que no añado por no hacer más leña del árbol caído. ¿Qué gracia tiene un nuevo disco de FLC si suena igual que siempre?, ¿Si contiene los mismos tics y trucos? ¿Qué falta hace? Ninguna. Menos mal que les salva la solvencia en el ejercicio de su estilo, su elegancia, su esencia y su indiscutible clase. Se repiten más que el ajo, pero que bien hacen eruptar. Eso les otorga una nueva oportunidad y es el motivo por el que me agencio de la redacción cada disco que sacan, aunque sé que voy a escribir la crítica con los ojos cerrados. Hay veces que esta profesión es así de fácil. A ver si nos esmeramos todos un poco.
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