At Swim
DiscosLisa Hannigan

At Swim

8 / 10
David Pérez — 09-09-2016
Empresa — ATO records
Género — Folk

Hay discos que son para el verano y otros para siempre. “At Swim” comienza a girar y desata una lluvia de hojas secas que te cubre y atrapa sin que apenas te des cuenta, llega como el otoño pero esconde y palpita el más puro invierno. En 2007 Lisa Hannigan dejó atrás las huellas que la unían a Damien Rice (apareció en su álbum debut “O”, cantando en la mayoría de las pistas, y solía acompañarlo en directo desde 2001 como vocalista, guitarra, bajista e incluso batería), abandonando el nido y levantando el vuelo con “Sea, Sew” (08), su aclamado primer disco en solitario. Y tras la consolidación con “Passenger” (11), donde Ray LaMontagne la acompañaba en uno de los temas, los cantos de sirena de esta songwriter irlandesa tejen en “At Swim” su trabajo más hipnótico, con la inestimable ayuda del productor y multi-instrumentista Aaron Dessner (The National), que le ofreció su ayuda y orientación en un momento de bloqueo creativo.

Once temas que conforman un todo sin fisuras que fluye alrededor de la voz aterciopelada y celestial de Lisa Hannigan, filtrando la tristeza de un estado de ánimo que camina lejos de casa, entre el aislamiento y la soledad. Ya no hay escapatoria o antídoto posible, unos pocos segundos de la inicial “Fall” y su rasgueo y canto nos cala hasta los huesos. Sin apenas tiempo para levantarnos, nos vuelve a tirar y sumergir la siguiente ola, “Prayer For the Dying”, con su atmósfera sanadora de mil capas de voces y cuerdas que se hunden en heridas de latidos cansados. Hannigan ha creado una obra misteriosa, once piezas oscuras y resplandecientes a corazón abierto, que por momentos nos recuerdan al Bon Iver más intimista y envolvente. “Snow”, la inquietante “Lo” o la dolorosa “We, The Drowned” y quedamos enredados sin oponer resistencia en su mundo personal, caótico y bello, trazado de una forma sutil pero lleno de matices y texturas, todo bajo una producción exquisita y unificadora.

El naufragio folk salpicado de una brisa vaporosa pop llega a su fin con el piano de “Funeral Suit” y el cántico de Lisa, penúltimo hechizo que encuentra luz y playa bajo la nieve, voz cristalina que también serpentea y se filtra en los recovecos electrónicos del cierre con “Barton”.

 

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