“Liquid”
DiscosRecoil

“Liquid”

1 / 10
Redacción — 28-03-2000
Empresa — Mute/Caroline
Género — Electrónica
Fotografía — Archivo

Creado en 1988 como un proyecto paralelo de Alan Wilder (ex-miembro de Depeche Mode), que fue depurando en sus tres primeros trabajos hasta tomar cuerpo en “Unsound Methods” (97), en el que ya traza su actual línea artística: experimentación sonora, oscura base fílmica y colaboración con todo tipo de artistas (poetas, músicos, cantantes).

En “Liquid”, todo esto se exacerba, desarrollando unas colaboraciones mucho más complejas y profundas. Iniciado en la primavera de 1998, recoge baterías, guitarras y bajos, así como diferentes orquestaciones, que fueron tomando forma, como un puzzle conceptual, dentro de un amplio colchón musical (trip-hop, orquestaciones fílmicas, sonidos industriales y orgánicos...). Finalmente, y sobre todo esto, introduce las voces (y letras) de artistas como Diamanda Galas, que pone su extraordinaria voz en el oscuro vudú-blues “Strange Hours”, Nicole Blackman, la radical spokenword neoyorquina, que muestra su –interesantísimo- trabajo en la vitriólica “Want”, así como en las sensuales “Breath Control” y “Chrome”, la poetisa Samantha Coerbell, que recita sus intensos y claustrofóbicos textos, en “Supreme” y “Last Call for Liquid Courage” o la sorpresiva “Vertigen”, gracias a la narración -¡en catalán!- de Rosa Torras, una fan de Barcelona que contactó con Wilder a través de su web y al que subyugó con la pureza, emotividad y sensualidad de sus palabras. En definitiva, un trabajo de difícil catalogación, abstracto y conceptual por momentos, a la vez que oscuro, inquietante y bello.

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Liquid
DiscosRecoil

Liquid

1 / 10
Redacción — 13-03-2000
Empresa — Mute/Caroline
Género — Electrónica
Fotografía — Archivo

Perry Blake no tiene demasiada suerte. No es un artista maldito, pero poco le ha faltado.

Su primer disco tardó una eternidad en ver la luz, lo hizo en el momento justo para que Jay-Jay Johanson se llevase la fama y él cardase la lana, consiguiendo de paso que pocos se fijasen en el mastodóntico esfuerzo del irlandés por dar forma a un disco tierno, intimista, grabado en un lugar ejemplar, bello y aterciopelado en su tristeza. Ahora, precisamente cuando podría haber despegado con «Still Life», un trabajo en el que aparecen como invitados Francoise Hardy (dueto en «War In France») y un ex-Japan a la batería, el bueno de Perry pierde parte de su inspiración. El irlandés sigue navegando por las turbulentas aguas del intimismo, con croonerland en una orilla y la escuela triste de Nick Drake en la otra. El problema es que, aunque «Still Life» puede permitirse continuar siendo un disco interesante, el imborrable recuerdo de su debut y el hecho de que empiece con el tema de mayor fuerza del álbum («Sandriam») no le permiten alcanzar las cotas de su antecesor. Aún así, recomendado.

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