Lina_Raül Refree
DiscosLina_Raül Refree

Lina_Raül Refree

7 / 10
Carlos Pérez de Ziriza — 28-01-2020
Empresa — Glitterbeat Records
Género — World Music

Las producciones de Refree son tan minimalistas, tienen tanta pericia para reforzar lo esencial y desechar lo superfluo, que no extraña que en los últimos tiempos se haya especializado en remozar géneros tan venerables y poco dados a la hojarasca como el flamenco o la copla (Sílvia Pérez Cruz, Niño de Elche, la primera Rosalía) o el folk astur (Rodrigo Cuevas). En ellos, su apuesta por trabajar con pocos mimbres permite que la esencia de todos estos estilos perviva, que respiren con naturalidad pese al lifting que les imprime. El rico trayecto del músico y productor catalán, que supera las dos décadas desde su fogueo en el pop hardcore melódico de Corn Flakes hasta la actualidad, tiene su última parada en el fado de la mano de Carolina Rodrigues, Lina, culminando una colaboración que surgió a instancias del manager de esta, Carmo Cruz, y que se estrenó en nuestro país el pasado mes de julio en La Mar de Músicas, en Cartagena. Se encontraban una estupenda vocalista para quien el género no tenía secretos, y un remodelador de sonidos que pretendía acercarse a ella manteniendo los oídos lo más vírgenes posibles ante el fado, para evitar que la ortodoxia pudiera imponer. Si es que alguna vez lo ha hecho.

De nuevo focalizando la atención en lo mollar, pero desestimando la guitarra – elemento clave del género – para primar el piano clásico y unos sintetizadores analógicos que proyectan texturas tan tenues, casi espectrales, que recuerdan mucho a lo que Warren Ellis lleva haciendo últimamente en los discos de Nick Cave & The Bad Seeds, la alianza entre Raül Fernández y la joven vocalista portuguesa preserva intactas las melodías y las letras del repertorio de Amália Rodrigues, de quien Lina es fiel devota, y sobre el que se sostiene el álbum. Es decir, cambia la forma, pero no el fondo, ya que la honda melancolía y la emotividad barrial del género brilla con luz propia en cortes como “Cuidei que tinha morrido”, “Gaviota”, “Foi Deus” o “Ave Maria Fadista”, con focos de desasosiego tan potentes (quizá los que más desafían la caligrafía fadista tradicional) pero a la vez sugestivos como “Maldiçao” o “Quando eu era pequeñina”, acolchados sobre inquietantes gorjeos y ventiscas electrónicas que permanecen en segundo plano, al acecho. Más que una reconversión o una deconstrucción, que tampoco lo pretende, es esta una aventurada puesta al día del género que tiene, además, una segunda lectura, por cuanto hay en las músicas del país vecino – y de sus antiguas colonias – un campo de pruebas en el que explorar y, sobre todo, del que aprender. Y lo tenemos ahí, tan cerca y a la vez tan lejos.

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