A día de hoy, la comunidad musical gitana se encuentra más soterrada que hace tres y cuatro décadas, cuando Las Grecas, Camarón y Pata Negra levantaban nuevos puentes para el flamenco. Bajo esta posición interesada de una industria, desgraciadamente, aún racista con la comunidad gitana, se está cociendo una revolución desde los márgenes, que va del gipsy trap a un expedicionario de la renovación flamenca como Lin Cortés. Y es que en el nuevo trabajo en largo de este último podemos asistir a un despliegue barroco de smooth soul gitano sin parangón. Terciopelo con alma, para el cual se ha empapado de un fresco donde convive el espíritu de Ketama, sutiles pespuntes trap, el dub-blues espectral de “La soledad” o filigranas funk tan cromáticas como “Culo”, en la que La Shica introduce su fraseo rap con suavidad acaramelada.
Cada una de las diez canciones dispuestas funciona como pieza de un caleidoscopio ideal, donde reluce el maridaje entre formas urbanas, tradición y elegancia al cubo. Esta última jamás hilada desde la superficialidad, sino como una exteriorización del gusto exquisito e inquietud de un artista total, que, en cierto modo, se muestra como una versión siglo XXI de lo que podría ser el tristemente malogrado Ray Heredia.
Un nuevo príncipe gitano para encabezar la visibilidad de una serie de músicos que, a través de obras tan especiales como “Indomable”, están llamando a la puerta a golpetazo limpio. Imposible no darse cuenta ante exhibiciones de hermosura astral como “Amor de Frida” o la lisergia afrofuturista inoculada en el segundo tramo de “Amantes”. Demasiadas razones como para no fijar el oído en tan refrescante trago largo de flamenco contemporáneo.
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