Devonte Haynes, el hombre tras el proyecto Lightspeed Champion, entrega con este su segundo largo un ambicioso proyecto de pop orquestal que va desde la orquestación teatral hasta el power-pop, pasando por la música clásica, el folk o el indie-rock. El trabajo en estudio de Ben Allen, afamado productor que ha trabajado con gente tan dispar como Animal Collective o Gnarls Barkley, unido a la glamourosa figura de Haynes y su atractiva capacidad vocal, ha dado como resultado un disco lleno de matices, un pastiche a ratos brillante a ratos empalagoso que quizá peque de querer abarcar demasiado. Aprendiz de todo y maestro de nada. El single de presentación del álbum, “Marlene”, es un digno intento de adaptar el glam-boogie de T.Rex al siglo XXI; en “Madame Van Damme” (el que será el siguiente sencillo) suena al pop de guitarras más convencional y accesible, con estilo, eso sí: una melodía bonita y un estribillo pegadizo. Es en canciones como “I Don’t Want To Wake Up Alone” o “Sweetheart”, en las que se acerca más al clasicismo rollo Elvis Perkins (salvando mucho las distancias) y en las que la voz de Haynes y la producción de Allen brillan con más claridad. Un trabajo resultón y profesional que adolece de falta de frescura.
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