“Nunca cantaría una canción que no hubieses escrito tú”. De este modo Liam Gallagher juraba fidelidad eterna a Noel Gallagher, cuando se repartían tareas en la época gloriosa de Oasis y a través de una entrevista concedida de forma conjunta por los hermanísimos a mediados de los noventa. Mucho han cambiado las cosas desde entonces, con ambos protagonistas desarrollando carreras en solitario y cada vez más distanciados entre sí, tanto a nivel personal como creativo. Si los últimos movimientos de Noel (en forma de EP’s) apuntan (con cuestionables resultados) a una actualización de su sonido en base a la electrónica, el pequeño de los Gallagher tiene claro que sus posibilidades pasan por incidir en ese legado dejado por el pop-rock británico más clásico, el mismo que engrandeció a los propios Oasis hace ahora un cuarto de siglo.
Es el acierto base del vocalista que, conociendo sus limitaciones como compositor, no duda en unir fuerzas con otros autores –Andrew Wyatt, Simon Aldred y el productor Greg Kurstin– para completar el segundo disco firmado bajo su propio nombre tras la aventura de Beady Eye. (Afortunadamente) el resultado es una continuación lógica y esperable del más que notable "As You Were" (Warner Bros., 17), que vuelve a nutrirse del legado mítico de The Kinks, The Who, Faces, The Rolling Stones, Ian Brown o, por supuesto, The Beatles, con peso específico de su adorado John Lennon pero también aprovechando en beneficio propio la línea melódica propiedad de McCartney (por ejemplo en “Alright Now”). El inicio del álbum resulta de lo más convincente con la inclusión consecutiva de tres singles impecables: “Shockwave”, una “One Of Us” dedicada sin disimulo al hermano “perdido”, y la preciosa (y lennoniana) “Once”. Otras destacadas son la pegadiza “Be Still”, una “Halo” influenciada por Ray Davies, o el corte que da título a la referencia. A lo largo de la segunda mitad asoma un componente algo repetitivo que mitiga la euforia, en parte debido a una producción recargada con arreglos orquestales y que (puntualmente) edulcora en exceso. Una pulcritud que no termina de ajustarse a quien tiene en su aureola de última estrella auténtica del rock & roll un importante valedor. A pesar de todo, por ahí aparecen “Meadow” (en la que el “homenajeado” es George Harrison) o el sencillo “The River” para remontar la nota media del conjunto, y recordar que la presencia del mancuniano puede seguir siendo imponente cuando tira de arrojo y chulería.
A las once elegidas oficialmente hay que añadir, en la edición deluxe, la demo desnuda de “Once” y otros tres temas adicionales válidos como caras B, sobre todo el medio tiempo “Misunderstood”. En media, "Why Me? Why Not." (Warner Bros., 19) se sitúa un par de peldaños por debajo de su antecesor, que presumía de mayor regularidad, realismo y concreción. Pero debe entenderse como otro paso en firme de una figura legendaria dentro del rock inglés, que apunta directamente a su público y da justo lo que se espera de él. Un trabajo sin sorpresas destacables, que a buen seguro agradará a los seguidores de Liam Gallagher (y de Oasis) y dejará indiferente al resto, en una apatía que al autor tiene pinta de importarte bastante poco. Esa es otra de sus grandezas.
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