Gigante
DiscosLeiva

Gigante

8 / 10
Yeray S. Iborra — 10-04-2025
Empresa — Sony Music
Género — Pop

No sé cómo viste un escritor. Mucho menos un cantautor. Leiva hace mucho que no se tatúa, ya tiene todo el cuerpo a tinta de la época de Pereza. Lleva tiempo sin desprenderse de su sombrero y de esos trajes con hombreras que le dan una fantástica pinta de patriarca, de rockero extasiado. No sé cómo viste un escritor, pero cualquiera que escuche “Gigante” sabrá que Leiva lo es. Uno de los buenos.

El madrileño ha compuesto muchos himnos a lo largo de su carrera. Piezas sueltas, resultonas, populares. De amoríos, de juergas. Ahora está en una mayor; sus últimos discos comparten más con una novela que con un listado de canciones de un álbum pop. Ya desde “Costa de Oaxaca” (19), pero sobre todo desde “Cuarenta en cuarentena” (20), el hijo de Alameda ha logrado desengancharse de las tonadas previsibles y de dirigirse a una segunda persona exculpatoria. Él es, excepto en contadas ocasiones, como la durísima “Ácido”, remitente último de su correspondencia. Leiva ha cultivado un diálogo muy rico y preciso con la estabilidad, lo espiritual, lo mental, las drogas de farmacia, el vino, la exposición y el sufrimiento.

Temas de los que nadie escapa. Y que afrenta sin victimismo. No escribe desde el pozo, pero tampoco desde la solución. Eso sería pesadísimo. Leiva no es un manual de autoayuda. Es el teléfono de la esperanza de los que siguen creyendo en la música como una forma amigdalar de conectar. Más allá de una colaboración –vistosa– con Robe Iniesta, el disco es una conversa a solas, entre tragos de vida. Dicen, además, que la voz del protegido de Sabina anda mermada. Tal vez para aprovecharla, la exhibe natural, sin alardes. Tampoco en lo musical. Ahí reside la magia de “Leivinha” y sus trompetas, que despiertan sonrisas tiernas.

No ha faltado Leiva en los últimos años: “Cuando te muerdes el labio” o el proyecto con The Guapos, ha tenido a sus fans entretenidos. No es comparable a “Gigante”, donde el escritor tatuado y sombrero de ala ancha y cerilla en el ribete, se explica tal y como es… Ansioso, entusiasta, leal, ingenioso y currante. Una percha que ha cambiado muy poco por fuera, pero que encara con sobrada elegancia interior el paso a la madurez.

 

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