A Laura Marling la hemos visto madurar y crecer literalmente a través de sus discos. Empezó sin haber alcanzado la mayoría de edad y ahora nos interpela como mujer adulta, de treinta y cuatro años de edad, que acaba de ser madre por primera vez, tal y como predijo que sucedería en "Song For Our Daughter"(20), su anterior y premonitorio álbum en solitario. No es de extrañar que la maternidad -esta vez real- sea de nuevo la correa de transmisión de este disco. Aunque, a diferencia de aquel, lo marque más en su forma que en el fondo.
Cuenta Laura Marling que este disco ha podido realizarse porque se grabó en la intimidad de la sala de estar de su casa, convertida en estudio improvisado, mientras su bebé tenía tan solo cuatro meses. Un momento de la vida, ese del cuarto trimestre, en el que solo hay que preocuparse por las tres grandes ’ces’ (Cólico, Comida, Caquita) y en el que el bebe pasa buena parte durmiendo y te deja más libertad de acción que cuando empieza a activarse, gateando y acudiendo con instinto suicida a todos los enchufes de la casa.
Solo hay que escuchar el tema inicial, la bella “Child Of Mine”, para constatar que esa atmósfera familiar deja huella en todos los surcos del disco. Un ambiente que, en este tema en concreto, se cuela incluso al inicio de la grabación cuando se oye a su bebé balbucear de fondo, provocando la risa contenida de su madre. Y así, de esa guisa, nos regala un tema-caricia sustentado por su acústica y un coro angelical que eleva de forma espiritual el tema a la manera de otros cantautores de lo delicado como Damien Rice o Bon Iver.
Como es natural, el tono comatoso se mantiene y “Patterns in Repeat” es un disco apocado a la par que bello y delicado. Un álbum pensado para la duermevela de bebés, niños y adultos y que sitúa en primer plano la dulzura tonal, casi susurrante, de Laura Marling y el preciso fingerpicking de su guitarra (Patterns). Sin escatimar tampoco en los inevitables arreglos de cuerdas (“No One’s Gonna Love You Like I Can”) que ahondan la profundidad de unos versos que se muestran tan crípticos como acostumbra a ser su escritura. Un trabajo de esos que cala poco a poco y que, aunque sea un tópico de lo más manido, es ideal para esos días lluviosos y grises como el que me acompaña cuando escribo estas lineas.
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