En este tercer disco para el sello Sub Pop, la banda de Sam Jayne (compositor, guitarra y voz) bebe en ocasiones a grandes tragos del legado clásico de Neil Young (“In Amber” o “Survivors”) en otras a pequeños sorbos del de los Rolling Stones (“Idol Worship”, “Corona Extra” o “Dirty Lives”) pero casi siempre se acompañan de ese toque lo-fi, canalla y simpaticote, que atesoraban Pavement (“Canal Street”) o con cierta pose arty a lo Built To Spill (“Makeshift Heart”).
Combinación de factores que dan lugar a un álbum entretenido que, sin resultar dañino, te puede solucionar una tarde aburrida y tontorrona. Claro que para eso tienes que dar por válidas a todas esas bandas que no se empeñan en disimular ni de dónde vienen, ni a dónde van. Lo primero ya está todo dicho y respecto a lo segundo, ya lo habrás adivinado. Irán a engrosar esa segunda división de grupos efectivos y resultones aunque no sorprendentes como Grand Mal, The Ponys o Viva L’American Death Ray Music, bandas que pueden hacerte pasar un buen rato en directo pero que no cambiarán el devenir de nada y mucho menos de tu vida.
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